Un Blog Sobre Reflexiones Y Refracciones...

Bajo la influencia de la Especia Melange, la Especia de las Especias...

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Alguién Dijo En Voz Alta Que Bo Diddley Era Dios...

Todos volvimos la cara y aplaudimos con emoción, como decía aquella canción de Lapido; porque si en el rock and roll Elvis Presley es el rey y Chuck Berry su poeta, Bo Diddley fue, sin ningún lugar a dudas, su arquitecto, de ahí su sobrenombre de The Originator, o lo que es lo mismo: el Autor. Su sello personal ha influido y aún sigue influyendo hoy día, su figura no hace más que agrandarse con el paso de los tiempos, en lo que es la historia del rock and roll. Su estilo crudo, sin embargo, le cerró las puertas del éxito comercial, que sí se abrirían para numerosos artístas y bandas a los que inspiró.

Vino a este mundo el 30 de diciembre de 1828 en una granja algodonera entre McComb y Magnolia, en el estado de Mississippi y fue bautizado como Otha Ellas Bates, aunque más adelante al vivir con su madre adoptiva, una prima de su madre, pasó a llamarse Ellas McDaniel. Para el origen de su nombre artístico, se han barajado desde siempre múltiples teorías. Para algunos, se basa en una expresión que vendría a significar nada de nada, para otros, era un apodo que perpetuo después de sus años como boxeador, aunque también podría tener que ver, con un instrumento de cuerda popular entre los músicos negros allá en los campos del sur, denominado arco de diddley (diddley bow, en inglés).

Ya viviendo en Chicago en el año 1933, comenzaría su interés por la música, tras regalarle su hermana su primera guitarra, comenzando de inmediato a recibir clases de este intrumento, así como de violín, por el profesor O. W. Frederick, aunque él ya había encontrado su inspiración viendo al gran John Lee Hooker.

En 1951 comenzó a tocar por las calles y mercados, así como en el 708, un famoso club de la época. En sus temas se podía apreciar las influencias de Nat King Cole, Muddy Waters, Louis Jordan y Hooker. La oportunidad de editar vendría de manos de la Checker Records de Chicago, una filial de la famosa Chess Records, y así, en 1955, grabaría su primer Ep, con dos temas: Bo Diddley y I'm a Man. En estas canciones ya destaca por su potente chorro de voz y el sonido psicodélico inconfundible de su guitarra eléctrica. El 20 de noviembre de 1955, Bo Diddley se convertiría en el primer artista afroamericano en aparecer en el famoso programa de televisión The Ed Sullivan Show. Con el paso del tiempo fueron surgiendo nuevas canciones en las que participaban de forma importante los músicos que le acompañaban: su hermanastra, llamada La Duquesa, a la segunda guitarra; Billy Boy Arnold a la armónica, Franz Kirkland en la batería; Ottis Spann al piano; y Jerome Green con las maracas y la voz acompañante.

El peculiar estilo de Bo, el más tarde denominado Bo Diddley beat, ha sido utilizado por muchísimos artistas en las más variadas canciones. Utilizaba gran variedad de ritmos, el back beat, reventaría el estilo de la balada, además fue un guitarrista que introdujo multitud de nuevos efectos especiales e innovaciones en la forma de tocar. Y es que el ritmo es tan importante en la música de Bo Diddley, que la armonía está reducida a menudo a una simplicidad desnuda. Sus canciones, de este modo, a veces no tienen ningún cambio de acorde; tocando los músicos el mismo acorde durante todo el tema, de modo que el entusiasmo es creado por el propio ritmo, más que por la melodía.

Se puede decir de Bo Diddley que fue un pionero en numerosas facetas de lo que fue su vida artística, entre muchos logros, cabe destacar el ser uno de los primeros afroamericanos en trabajar con audiencias de público blanco, sin embargo, sus canciones casi nunca se ceñían a los canones del por entonces naciente rock and roll, sus composiciones no tenían que ver con la temática adolescente, fuente de inspiración de una música para otros, inspirada por y para público joven. Algunas excepciones las hizo dentro del estilo surf, y aún no subiendose a la ola de la imperante marea de californianos de los años 60, influyo notablemente en los más grandes guitarristas, entre ellos Dick Dale, un ferviente admirador. Sus temas son a menudo mezclas ingeniosas, humorísticas y muy imaginativas de canciones de música tradicional americana. Forjó una gran amistad con Chuck Berry, con el que colaboró en más de una ocasión, además de participar juntos en algún que otro bolo, llegando a grabar juntos el mítico albúm Two Great Guitars, una pieza incunable en el desván de todo buen megalómano.

Una de sus más interesantes facetas, fue la de diseñador de guitarras. La square-bodied, su patentada guitarra, es una leyenda. Cuadrada, psicodélica y con un sonido del todo espectacular, fue paseada por los escenarios de todo el mundo, junto a una gran colección de otras guitarras, eran una de sus más apreciadas posesiones.

En el final de su vida, se le otorgaron númerosos reconocimientos como uno de los padres fundadores del rock and roll. Su contribución lo haría entrar entre otros en el Rock and Roll Hall of Fame, Rockabilly Hall of Fame, Rhythm and Blues Fundation y premios como el Lifetime Achievement Award de los Grammy. Fue también reconocido por la revista Rolling Stone como uno de los 50 artístas más influyentes de toda la historia y la británica Uncut incluyó una de sus canciones en la lista de 100 Music, Movie & TV Moments That Have Changed The World.

Bo Diddley murió el 2 de junio de 2008 a los 79 años. El año anterior sufrió una serie de infartos cerebrales y cardíacos que lo dejaron ya muy debilitado. Falleció junto a los suyo en su casa de Archer, en Florida.

sábado, 10 de diciembre de 2011

La Realidad Tras El Mito

A finales del siglo XIX, el escritor irlandés Bram Stoker concibió una novela de terror relacionada con las leyendas centroeuropeas sobre vampiros y no muertos que ya habían servido de inspiración a otros autores decimonónicos como Polidori, el médico y compañero de viajes de Lord Byron. Indagando en este tipo de historias, Stoker tuvo conocimiento de la existencia de un príncipe rumano llamado Vlad Draculea, que había vivido en el siglo XV y se había hecho célebre, entre muchas cosas, por su, digamos, gusto por lo sanguinario.

La fortuna del sobrenombre de Drácula se debe en realidad a una confusión. Su padre, el príncipe o como se diría en allendes tierras, voivoda Vlad II de Valaquia, había ingresado en 1428 en la Orden del Dragón (Drac, en húngaro), de la mano del emperador Segismundo de Luxemburgo. Por ello fue conocido en adelante como Vlad Dracul, mientras que a su hijo se le llamó Vlad Draculea, que no es otra cosa que, hijo de Dracul. Pero miren ustedes por donde, en la mitología rumana la figura del dragón no existía y el término dracul designaba al diablo, con lo que Vlad III pasó a ser en rumano el hijo del diablo.

Ello coincide con la leyenda sobre la mítica crueldad y ánimo sanguinario de Vlad, recogida ya por crónicas de su época. En ellas se le presentaba como un príncipe aficionado a la tortura y entusiasta de la muerte lenta, que solía cenar bebiendo la sangre de sus víctimas o mojando pan en ella. Se calcula que en sus tres períodos de gobierno, que suman apenas siete años, ejecutó a unas 100.000 personas, en la mayoría de los casos mediante la técnica del empalamiento. Por esta siniestra razón se le conoce desde el siglo XVI como Vlad Tepes, o lo que es lo mismo, Vlad el Empalador.

Para llegar a comprender esta fama hay que situarse en el contexto de los Balcanes en las décadas centrales del siglo XV, como bíen relata la siempre por mi admirada película de Coppola. En aquel entonces el Imperio Otomano se hallaba en plena fase de expansión por el suroeste de Europa: Grecia quedó sometida desde la década de 1360, Serbia de 1389 y Bulgaria en 1396. Frente a los otomanos se encontraban el reino de Hungría y los principados en los que entonces se dividía la actual Rumania: Valaquía y Moldavia, junto a Transilvania, territorio autónomo perteneciente a Hungría.

Las guerras de frontera se convirtieron en una constante; guerras de extraordinaria violencia y crudeza, en las que las ejecuciones sumarias y represalias masivas estaban digamos, a primera orden del día. Vlad de Valaquia fue un producto de este ambiente, y su vida fue una lucha continua por el poder, pero sobre todo por la supervivencia.

Según la mayoría de los autores, el príncipe Vlad III de Valaquia nació en Sighisoara (Transilvania) en 1431, y fue uno de los tres hijos legítimos de Vlad II, voivoda de Valaquia. Con apenas 13 años marchó a la corte otomana, junto a su hermano Radu, como rehén o garantía de sumisión. Vlad II, en efecto, había establecido con los turcos una alianza que le valió la enemistad del regente de Hungría, Juan Hunyadi, de origen valaco. En 1447 éste preparó una ofensiva contra Vlad, apoyándose en los boyardos valacos, nobles prohúngaros. El resultado fue la muerte del voivoda y de su hijo Mircea.

Irritado por la pérdida de su aliado en Valaquia, el sultán otomano Murat declaró a su hijo Vlad Draculea pretendiente al trono. Al año siguiente lanzó a sus tropas contra Hunyadi, derrotándolo totalmente en Kosovo. Vlad aprovechó la situación para apoderarse del trono de Valaquia, pero su primer período de gobierno duró más bien poco, pues el mismo año 1448 fue expulsado a instigación de Hunyadi.

Vlad se refugió inicialmente en la corte del sultán otomano, con la esperanza de que lo ayudara a volver a Valaquia. Pero, defraudado en sus aspiraciones, en 1449 marcho a Moldavia, donde al parecer tenía parientes. En los años siguientes intervino en las luchas intestina moldavas, hasta que en 1451 marchó a Transilvania. Instalado en ciudades alemanas del país, como Kronstadt, trató de reunir apoyos con vistas a recuperar el perdido trono de Valaquia. La oportunidad le llegó tras la conquista de Constantinopla por Mehmet II en 1453. Viendo a Hungría cada vez más amenazada por los otomanos, Hunyadi se lanzó a buscar aliados para un enfrentamiento directo con los turcos. El noble que entonces era voivoda de Valaquia se mostraba cada vez más entregado a los otomanos, y Hunyadi pensó en sustituirlo llamando a Vlad. Éste, olvidó todo rencor por la muerte de sus familiares y se lanzó al combate.

Fue así como en 1456 logró al fin, hacerse de nuevo con el gobierno de Valaquia. Inició entonces su fase de gobierno más larga, hasta 1462, aquella que le ganaría ante los contemporáneos y la historia la siniestra reputación que desde aquel momento le acompaño.

Esta fama se debe en primer lugar a los métodos que Vlad empleó en la guerra. Desde que en 1460 decidió negarse a pagar tributo alguno a los turcos, el enfrentamiento armado se hizo de alguna manera, inevitable, y este revistió los tintes de una cruzada, tan brutal y sanguinaria como las que se habían llevado a cabo en Tierra Santa en siglos anteriores.

La campaña de 1462 nos da un ejemplo de sus métodos. En respuesta a una ofensiva turca, Vlad atravesó el Danubio para saquear el país búlgaro, entonces parte del Imperio Otomano. Al término de la campaña envió al rey húngaro Matías Corvino dos sacos llenos de orejas, narices y cabezas, acompañados de una carta en la que le decía: He matado a hombres y mujeres, a viejos y jóvenes, desde Obluctiza y Novoselo hasta Samvit y Ghigen. Hemos matados a 23.884 turcos y búlgaros, sin contar a aquellos a los que quemamos en sus casas, o cuyas cabezas no fueron cortadas por nuestros soldados... Terminemos juntos lo que juntos hemos iniciado, y aprovechemos esta situación, puesto que, si Dios Todopoderoso escuha las oraciones y los ruegos de la Cristiandad, si favorece los ruegos de sus piadosos servidores, nos concederá la victoria sobre los infieles, enemigos de la Cruz. Vlad, no de otra manera, se veía a sí mismo como un cruzado.

Al mismo tiempo, el voivoda aplicó las mismas tácticas violentas contra sus súbditos, a fin de asegurar su autoridad. No le faltaban motivos para temer por su posición. La nobleza boyarda se mostró desafecta, absteniéndose de participar en la guerra contra los turcos. Los colonos alemanes, por su parte, protagonizaron diversas revueltas. De ahí que, como brazo ejecutivo de la justicia, el voivoda la impusiera con crudeza, castigando duramente a los delicuentes y sofocando rebeliones. Las sádicas ejecuciones de sus víctimas resultaban ejemplares, y contribuían a imponer el orden. De algún modo podría decirse que su máxima era que el temor traía consigo la obediencia.

Su severidad dio lugar a historias como la de la jarra de oro que dejó frente a su residencia en Tirgoviste, para que los viajeros pudiesen beber agua en ella; tal era el temor que inspiraba el gobernante que nadie osó nunca robarla. Pero el método de castigo con el que se asocia la figura de Vlad es, claro está el del empalamiento. No fue una invención de Vlad, sino que su historia se remontaba al menos a la antigua Asiria y se utilizaría durante largo tiempo.

Las fuentes apuntan, en todo caso, que Vlad llegaba a extremos de macabro refinamiento, prolongando la agonís de los condenados y utilizando los cuerpos de los empalados como terrorífica advertencia. El ejemplo más conocido de su ensañamiento lo constituye el conocido como Bosque de los Empalados, lugar en el que se dice que Tepes hizo talar todos los árboles para empalar a más de 20.000 prisioneros. El cronista Calcondilo asegura que Mehmet II, al visitarlo en 1461, retrocedió horrorizado, aunque al mismo tiempo eligió a un príncipe que demostraba ser un experto en el arte de gobernar mediante el terror.

¿Hasta qué punto son ciertos estos relatos sobre la crueldad de Vlad? No hay duda de el algunos de ellos son redenciosos, como sucede con las crónicas alemanas, surgidas del testimonio de los colonos germanos de Transilvania hostigados por el voivoda. Otras crónicas, en cambio, lejos de censurar el sanguinario príncipe, elogían sus métodos implacables; es el caso de los testimonios rusos. En la época y lugar en que vivió Vlad, su crueldad no fue en modo alguno excepcional, aunque no cabe duda de que pocos llevaron tan lejos sus métodos terroristas.

En 1462 Vlad fue derrotado por los turcos. Pasó doce años prisionero en Hungría, hasta que en 1476 recobró su utilidad como candidato al trono de Valaquia. Su tercera etapa como voivoda terminó al caer abatido en una emboscada turca. Su cabeza fue exhibida en Estambul, y su cuerpo fue enterrado en el monasterio del lago Snagov.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Sapkowsky

Mi particular homenaje a la saga de Andrej Sapkowsky, una muy recomendable obra para todos aquellos amantes de la llamada fantasía épica, eso sí, con un toque digamos, más realista y actual. Como siempre, merced a esa poderosa herramienta gráfica que es CorelDraw X5. Y no, no cobró comisión de Corel...


sábado, 19 de noviembre de 2011

Il Divino

Genio artístico por antonomasia, Miguel Angel Bounarroti fue también un testigo privilegiado de su convulsa época. Su larga vida, 89 años, de 1475 a 1564, coincidió con un periodo crucial de la historia de Europa. Eran los tiempos en que la fé católica se desmoronaba ante el ímpetu de la Reforma protestante (iniciada por Lutero en 1517), tiempos en los que el astrónomo Copérnico revelaba a sus contemporáneos la verdadera posición de la Tierra en un sistema heliocéntrico, en que los relatos de viajes y el descubrimiento del Nuevo Mundo en 1492 generaban otra visión del universo, con nuevos lugares, razas y especies que no aparecían en la Biblia y que harían cuestionar muchas verdades anteriormente asentadas. Por otro lado, el desarrollo comercial y burgués y el pensamiento laico y científico fomentaron una nueva valoración del individuo y de la figura del artista. De todo ello se hizo eco el arte de Miguel Ángel, que evolucionó con el mundo que le rodeaba, reflejando sus expectativas, sus incertidumbres y sus crisis.


Miguel Ángel Buonarroti procedía de una vieja familia de mercaderes y banqueros de Florencia. Su paadre era un funcionario con una posición acomodada en la ciudad. Sin embargo, desde muy joven, Miguel Ángel se inclinó por la carrera artística, contra el deseo de sus padres. A los 13 años, un amigo de la familia lo llevó al taller de Domenico Ghirlandaio, para que se iniciara en las diversas técnicas de pintura, entre ellas la del fresco, que más tarde aplicaría con excepcional maestría en la capilla Sixtina. El artista se refería posteriormente con un cierto menosprecio a estos años de formación, ya que creía en su arte como un don divino, y no como fruto de su instrucción.


En 1489, un año después de ingresar en el taller de Ghirlandaio, Lorenzo de Médicis, gran mecenas de las artes, lo invitó a vivir y a formarse en su palacio. La corte de Lorenzo el Magnífico estaba compuesta por los más famosos poetas, filósofos y artistas de la época, y se convirtió para Miguel Ángel en su gran fuente de aprendizaje. Las tertulias filosóficas que se celebraban con frecuencia en el palacio, presididas por Marsilio Ficino (artífice de la resurrección del platonismo en unión al cristianismo), marcaron al joven aprendiz.


Al mismo tiempo, su estancia en la corte del Magnífico permitió a Miguel Ángel empaparse en el arte de la Antigúedad clásica, que desde hacía decenios se había convertido en el modelo inspirador de todos los artistas florentinos. Los jardines del palacio de Lorenzo albergaban una valiosa colección de escultura romana, que el joven Buonarroti pudo entudiar a fondo. Fue allí, de la mano de Bertoldo di Giovanni, un anciano discípulo de Donatello, donde tomó contacto con la escultura, que consideraría un arte superior desde entonces.


Las primera obras de Miguel Ángel dan fe de esta influencia clásica. Entre ellas se cuentan los relieves de Lucha de centauros y lapitas, inspirados en sarcófagos romanos. Ya en estos años su virtuosismo artístico era tal que se cuenta que una estatua suya fue vendida a un coleccionista haciéndola pasar por antigua. El engaño fue pronto delatado, pero el comprador, el cardenal Raffaele Riario, lejos de indignarse, se convirtió en mecenas del joven artista florentino.


Desde esta fase juvenil, el arte de Miguel Ángel presentaba rasgos originales, que iban más allá de la simple imitación de lo antiguo. Sus figuras traslucían una intensa fuerza, y aparecían como agarrotadas por una tensión interna. La obsesión por la representación del cuerpo humano fue una constante de su carrera. Ello no deja de ser paradójico tratándose de un hombre que fue un reconocido misántropo, pues a lo largo de su vida mantuvo malas relaciones con su familia, tal y como se deduce de las cartas a sus hermanos, y no aceptó nunca ayudantes en su trabajo, por grandes que fueran sus obras. Sin lugar a dudas, su personalidad fue tan áspera como dúctil su pincel.


Este interés por la figura humana, y más concretamente masculina, ha sido explicado a través de la homosexualidad del artista, pues está documentada su relación con el joven patricio Tommaso dei Cavalieri durante sus años de madurez. Lo cierto es que la anatomía masculina aparece en su arte como la más alta creación, e incluso las figuras femeninas, menos numerosas, revisten rasgos masculinos.


Al mismo tiempo, cabe ver la tensión de muchas de las creaciones de Miguel Ángel como una reacción frente a los acontecimientos históricos que vivió directamente y que determinaron su carrera. Así, en 1492 el monje Savonarola empezaba sus violentas predicaciones contra el lujo y la corrupción que reinaban en Florencia, prédicas que estimularon las inquietudes religiosas de Miguel Ángel. Dos años después, Carlos VIII invadía Italia, tal y como había pronosticado Savonarola, obligando a los Médicis a abandonar Florencia. Buonarroti marchó entonces a Venecia y Bolonia.


En 1496 el artista viajó por primera vez a Roma, donde permaneció cinco años. La ciudad papal, en pleno pontificado de Alejandro VI, el fastuoso papa Borgia, se había convertido en un centro de atracción de artistas, que ofrecía generosas perspectivas de mecenazgo y de celebridad. Para acreditar su talento, Miguel Ángel realizó su primera obra maestra, la Piedad del Vaticano. La perfección clásica de las figuras llenó de asombro a sus contemporáneos.


En 1501 el artista retornó a su ciudad natal. Tres años antes Savonarola había sido ejecutado, pero la República que había contribuido a fundar se mantuvo, pese a las maniobras de los Médicis para restaurar su principado. En el momento del retorno de Miguel Ángel una serie de reformas constitucionales consolidaron el nuevo régimen. El artista, pese a los favores que había recibido de los Médicis, se identificó plenamente con el orden republicano y por un momento creyó en un futuro de libertad.


Fue en esta época cuando Buonarroti expresó en sus obras un mayor compromiso político. Así, nada más llegar a Florencia, precedido por la fama adquirida en Roma, recibió el encargo de una escultura que representara a David, el vencedor sobre Goliat. La obra fue concebida como la máxima expresión del ideal republicano que dominaba Florencia en ese momento.


En 1505, Miguel Ángel volvió a Roma. El papa Julio II (1503 - 1513) le encomendó el ambicioso proyecto de la realización de su sepulcro. Este encargo, que tanto fascinó al artista, se convertiría en su peor tormento a causas de las demoras en su realización. En efecto, por orden de Julio II, Miguel Ángel muy pronto hubo de viajar a Bolonia, donde pasaría dos años. Sus escritos de esta época revelan una gran amargura ante un trabajo que le daba pocas satisfacciones. Hasta 1508 no regresó a Roma, pero tampoco entonces pudo ponerse a trabajar en el mausoleo que tanto le obsesionaba, pues un nuevo y colosal proyecto le fue asignado: la ejecución de los frescos de la capilla Sixtina.

Esta monumental obra iba a estar compuesta, en un principio, por una simple representación de los Apóstoles. Sin embargo, parece como si Julio II se hubiera dejado arrastrar por la furia creadora de Miguel Ángel, pues el proyecto cambiaría completamente de modo progresivo. Este fresco prodigioso, admirado a través de los años, hace de algún modo, difícil comprender que su autor se dedicara a la pintura sólo por obligación, como él mismo decía, y que al recibir el encargo respondiese que él era, ante todo, escultor.

Hasta octubre de 1512 Buonarroti estuvo consagrado a la realización de estos frescos, que están compuestos por más de 300 figuras. La apertura al público de la capilla fue un verdadero acontecimiento. De inmediato la fama de su creación se difundió por toda Europa, sobre todo por medio de grabados. Desde entonces quedó establecido y aceptado el primado artístico de Miguel Ángel en su época, por encima incluso de su contemporáneo Rafael.

Julio II no fue sino el primero de una serie de papas que alentaron la carrera de Miguel Ángel durante más de medio siglo, Así, en 1513 subió al trono papal, Juan de Médicis, hijo de Lorenzo el Magnífico, con quien Miguel Ángel había vivido entre 1489 y 1492. La familia de los Médicis había recuperado el poder en Florencia un año antes, gracias al apoyo de las tropas españolas, y el papa León X quiso conmemorar ese éxito mediante una serie de grandes proyectos arquitectónicos que confió a Miguel Ángel. Desde 1519, éste trabajó en Florencia, en la fachada de la iglesia de San Lorenzo, las tumbas Mediceas y la biblioteca Laurenciana, pertenecientes al complejo de la misma iglesia. De esta forma el Papa lo apartaba de la realización del sepulcro de Julio II, ya que los Médicis estaban enfrentados con la familia Della Rovere.

Pese a su dependencia del patronazgo papal para la realización de sus grandes obras, Miguel Ángel se resistía a abandonar el ideal de libertad de la República. Ello se pondría de manifiesto durante el pontificado de Clemente VII (1523 - 1534). En 1527, el Saco de Roma, en el que las tropas del emperador Carlos V asaltaron y saquearon brutalmente durante varios días la capital de la Cristiandad, hizo pensar a muchos que la época gloriosa del Renacimiento había llegado a su fin, Miguel Ángel se hallaba entonces en Florencia, donde los enemigos de los Médicis aprovecharon el acontecimientos para expulsarlos del poder y restaurar la República. Pero el régimen de libertad sucumbió definitivamente tres años después, en 1530.

El desencanto de Miguel Ángel ante este hecho quedó plasmado en un nuevo David, el llamado David Apolíneo del Museo Bargello de Florencia, realizado para Baccio Valori, el odiado gobernador principal de la ciudad en nombre de los restaurados Médicis. Nada recuerda de este David al que realizara en 1504 el florentino: donde antes había fortaleza e ira, ahora vemos melancolía y pesar; el héroe vencedor no celebra su triunfo, a pesar de haber decapitado ya al gigante.

Clemente VII, antes de morir, encargó a Miguel Ángel la representación del Juicio Final para el muro de entrada a la capilla Sixtina. Su sucesor, Pablo III Farnesio (1534 - 1549), ratificó el encargo. Se trata de la obra de un hombre sumido en una profunda crisis espiritual, que plasma su propia personalidad en la pintura, así como también del Papa que la patrocinó. Admiradores ambos de Dante y de su Divina Comedia, artista y mecenas buscaban representar el terror de los condenados y el destino de los bienaventurados, sobre los que recaía inexorablemente la justicia divina. De alguna manera, tal era la visión del mundo que se impondría en toda la Europa católica con el Concilio de Trento (1545 - 1564), inaugurado por el mismo Pablo III, y con el movimiento de la Contrarreforma.

En esa época, Miguel Ángel se puso al servicio de la política de reafirmación del poder papal, que llevó a un ambicioso programa de renovación urbanística de Roma, la capital del orbe católico. Fue así como, en su faceta de arquitecto, se consagró a obras tan imponentes como la ampliación de la basilica de San Pedro y la realización de la plaza del Campidoglio y la Porta Pía.

Sin embargo, en esos momentos Miguel Ángel esperimentaba una profunda crisis espiritual y religiosa El artista entró en relación con Vittoria Colonna, una bella y piadosa aristócrata, para la que compuso numerosos sonetos. Ligada con el círculo de Juan de Valdés, un humanista español residente en Nápoles que propugnaba una profunda reforma de la Iglesia católica, Vittoria Colonna pudo influir en el cuestionamiento religioso de Miguel Ángel.

En todo caso, una especie de arrpentimiento empezó a dominar al artista, el cual dejó de pensar que la belleza del cuerpo humano en el arte era una expresión de la Divinidad. El miedo a la muerte, y a la condenación eterna que ésta podía acarrear, le llevó a renegar del hedonismo de las formas perfectas que dominaran antiguamente su creación. A partir del fallecimiento de su gran amiga Vittoria, la idea de la muerte será el tema predominante en su poesía.

Esta nueva sensibilidad se reflejó sobre todo en su escultura, que sufrió un profundo cambio en la fase final de su vida. Testimonio de ello son sus últimas obras, una serie de representaciones de la Piedad, tema que tendría para Miguel Ángel el significado del requiem. De esta forma, en la dramática Piedad Rondanini los cuerpos de madre e hijo se funden en su agonia. Se dice que el escultor trabajó en esta obra hasta el día antes de morir. Vida y obra fueron así, para Buonarroti, una sola cosa, pues al tiempo que su vida determinaba su creación, sería su obra la razón de su existencia.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Los Hombres Buenos

Autier era un prestigoso notario y jurista occitano que a principios del siglo XIV abandonó cuanto poseía para entregar su vida al catarismo. En una ocasión resumió con una distinción al mismo tiempo simple y radical los dos caminos que, en su opinión, cabía adoptar dentro del mundo religioso medieval: Hay dos Iglesias: una huye y perdona (Mateo 10, 22-23), mientras que la otra posee y desolla. La que huye y perdona sigue el recto camino de los apóstoles; nunca miente ni engaña. Y la que posee y desolla no es otra que la Iglesia de Roma...


Casi un siglo antes, un libro ritual cátaro, que se conserva hoy día en la biblioteca del Trinity College de Dublín, lo había explicado, por asi decirlo, lo había explicado con otras palabras: Daros cuenta de hasta qué punto las palabras de Cristo contradicen a la maligna Iglesia romana. No sólo no es perseguida, ni por el bien ni por la justicia que deberían habitar en su interior; al contrario, es ella quien persigue y mata a todos cuantos se oponen a sus pecados y a sus prevaricaciones. Y no huye de ciudad en ciudad, sino que señorea sobre las ciudades y los pueblos y las provincias, y se asienta con toda grandeza en las pompas de este mundo; y es temida por reyes, emperadores y otros barones..., y, por encima de todo, persigue y mata a la santa Iglesia de Cristo, que todo lo sufre con paciencia, como la oveja que se defiende del lobo...


Así pues, para los cátaros, el más importante movimiento religioso disidente que se desarrolló en Europa entre los siglos XI y XV, había dos sendas antagónicas e irreconciliables. A un lado estaba la Iglesia oficial, poderosa y mundana, que se había alejado por completo del mensaje evangélico y que en aquellos momentos históricos pugnaba por sonsolidar la llamada teocracia pontificia, es decir, el predominio absoluto de la Santa Sede sobre el poder temporal.


Frente a ella se encontraba la auténtica Iglesia de Cristo, fiel seguidora de la vida apostólica, consecuente con los principios evangélicos que predicaba sin cesar, y que era víctima de la persecución que Jesucristo había anunciado a sus seguidores más genuinos: Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán (Juan 15, 20); o bien: Mirad que yo os envío como ovejas entre lobos (Mateo 10, 16)...


Sin embargo, a pesar de hallarse tan radicalmente enfrentadas ambas iglesias eran cristianas. Hasta mediados del siglo pasado existió una corriente historiográfica que puso en duda el carácter cristiano del catarismo y pretendió vincularlo de modo exclusivo a presuntas influencias orientales, en particular al maniqueísmo del siglo III u otras creencias más o menos gnósticas, desarrolladas también a principios de nuestra era. En estos días, en cambio, prácticamente nadie discute ya que la Iglesia cátara, que arraigó sobre todo en el Languedoc y en el norte de Italia, era plenamente cristiana, aun cuando estaba del todo alejada, de la ortodoxía católica.


La filiación cristiana de la Iglesia de los bons homes occitanos se acredita fundamentalmente en base a los siguientes argumentos: los cátaros eran seguidores indubitados de Jesús; basaban su predicación en las Sagradas Escrituras, con una predilección especial por el Evangelio de Juan; reproducían en gran medida los ritos, las prácticas y el modelo de organización del cristianismo primitivo; y, por último, proponían un modelo de salvación fundado en la recepción de un sólo sacramento, el bautismo del Santo Espíritu o consolament.


Pero, si bien existían puntos en común, las diferencias entre el catarismo y el cristianismo ortodoxo no eran por ello menos profundas. Tales diferencias están en gran medida relacionadas con el dualismo que define a la religiosidad de los cátaros; un dualismo que significativamente aparece ya en el título del texto cátaro más importante que ha llegado hasta nuestros días: el Liber de duobus principiis, o Libro de los dos principios.


En efecto, en contraste con el principio único del catolicismo, Un solo Dios, padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, según la definición del concilio de Nicea del año 325, el catarismo afirmaba la existencia de dos principios originarios, opuestos e irreconciliables. El dualismo cátaro opone a Dios, autor de los espíritus, del bien y del Nuevo Testamento, a Satanás, autor de la materia, del mal y del Antiguo Testamento. Ello hizo que los cátaros efectuaran una lectura propia de la Biblia y que formularan una visión alternativa de algunas creencias cristianas fundamentales, como la creación del mundo, la figura de Jesucristo, el infierno y el paraíso, así como el fin de los tiempos.


En su búsqueda de respuestas a los orígenes del mundo y al problema que plantea la existencia del mal, los cátaros distinguieron dos creaciones, una buena y otra mala. La primera creación, obra del Dios verdadero, era incorruptible y eterna; la segunda, en cambio, era obra del diablo, y contenía todas las cosas vanas y corruptibles.


Los cátaros buscaban en la Biblia la explicación sobre el origen de los tiempos. Así, predicaban de modo incesante que la obra del Dios bueno no puede ser destruida ni dejar de existir. Así lo afirma, por ejemplo, el Eclesiastés (3, 14): He entendido que todo lo que Dios hace dura para siempre. Por otra parte, y según se desprende de múltiples lugares de la Biblia, el Dios de verdad y de justicia era asimismo el autor del cielo y la tierra nueva, de la tierra de los vivientes, de la Jerusalén celestial, es decir, del paraíso.


Por su parte, su antagonista, el dios malvado, corruptor de una parte de los espíritus celestiales, era el creador del mundo a su vez corruptible, integrado por la tierra y todo lo que contiene: el universo, el mar, las montañas, los animales, las plantas, los seres humanos. Para los cátaros, los hombres eran unos cuerpos de carne, concebidos también como una especie de túnicas de piel o de tierra de olvido, creados por el dios del mal en el mundo perecedero, cuerpos en los que los ángeles caídos del paraíso estaban condenados a permanecer encarcelados para siempre.


Para los cátaros, Dios no podía asistir impasible a la condena de sus criaturas, y por ello acabó por enviar a la tierra a su hijo, Jesucristo. Los cátaros concebían la figura de Jesús de acuedro con la doctrina del docetismo, o lo que es lo mismo, sostenían que fue un ser puramente espiritual, dotado de una simple apariencia humana. Para ellos, Cristo tenía una doble misión: por una parte, la de arrancar a los ángeles caídos del olvido permanente en el que vivían; por otra parte, la de ofrecer a los hombres el consolament, el sacramento de salvación, un bautismo de espíritu y de fuego que garantizaba la salvación de cuantos lo recibían.


Así pues, para los cátaros, la historia de la humanidad, el triste desvarío de hombres y mujeres en este bajo mundo, no tenía otro objeto más que la salvación sucesiva de unos espíritus caídos que, en el caso de que no alcanzaran a recibir el consolament en el momento de su muerte corporal, se verían obligados a dar vueltas de un lado para otro consumidos por el fuego de Satanás y no obtendrían un momentáneo reposo hasta que lograran encarnarse en otro cuerpo para vivir una nueva existencia: es la creencia cátara en la metempsicosis o transmigración de las almas.


En este sentido, el fin de la historia de la humanidad, es decir, el fin de los tiempos, había de producirse cuando lograra salvarse el último de los espíritus seducidos por Satanás y encarcelado en la carne corruptible de un cuerpo humano: Entonces, los justos resplandecerán como el sol en el reino de Su Padre, dice el Evangelio de Mateo (24, 28). Para los cátaros no había Juicio Final, ni tampoco, muy significativamente, ninguna clase de infierno, puesto que en realidad no existía más infierno que este bajo mundo, que debía ser destruido y regresaría a la nada de donde surgió.


Cabe añadir, en este sentido, que en el siglo XIV los últimos buenos hombres occitanos, el mismo Píère Autier, que se ha citado al principio, seguían predicando que incluso las almas de sus acérrimos perseguidores, los inquisidores, momentáneamente cegados en las tinieblas del error, se salvarían como las demás.


Ésta es, en resumen, la estructura doctrinal del pensamiento de los bons homes, que lógicamente ofreció, con el paso del tiempo y las diversas escuelas doctrinales, algunas variantes. Esa particular visión del origen del mundo, de la creación del hombre y del fin de los tiempos se tradujo, en la práctica, en una serie de reglas y en una liturgia que también distinguían esencialmente a los cátaros de los católicos.


Un elemento básico de distinción ha sido mencionado más arriba: se trata del consolament, el único sacramento reconocido por el catarismo, frente a los siete que la Iglesía católica dejó establecidos en el siglo XIII. El consolament era una especie de bautismo que se realizaba mediante el antiguo rito cristiano de la imposición de manos. Los cátaros los practicaban en dos variantes. Por un lado, el consolament se ofrecía a las personas moribundas, como garantía de la salvación de su alma. Por otro, era un instrumento de ordenación para aquellos que, después de un período de noviciado, deseaban convertirse en religiosos de su Iglesia y continuar así, con la obra de los apóstoles.


Aquellos que habían recibido el sacramento del consolament eran designados por la Iglesia oficial con la palabra insultante de cátaros, mientras que el pueblo creyente los denominaba buenos hombres o buenas mujeres, o bien buenos cristianos o buenas cristianas. Por su parte, los polemistas católicos los calificaban en algunas ocasiones de perfecti heretici, es decir, herejes consumados, y no perfectos, y los papeles de la Inquisición solían designarlos más a menudo con el nombre de heretici, a secas, o heretici induti, o sea herejes revestidos.


Sin embargo, en la práctica, los miembros propiamente dichos de la Gleisa de Dio, Iglesia de Dios, como la llamaban los creyentes del Languedoc, eran reconocidos por la gente normal y corriente de su tiempo por prácticas mucho más cotidianas y más a ras de suelo. Eran, por poner un ejemplo, aquellos que no probaban la carne ni otros productos que fuesen fruto de la generación de unos cuerpos creados por el demonio (en cambio, el pescado era aceptable, por la simple razón de que en la Edad Media se pensaba que los peces nacían de los efluvios de agua). O bien aquellos hombres y mujeres que practicaban una castidad absoluta, una abstinencia total de los placeres y de la obra de la carne, por lo que no daban valor alguno al sacramento del matrimonio y lo consideraban un simple concubinato.


Los cátaros también se identificaban porque en tiempo normal, es decir, antes de la persecución de que fueron objeto a principios del siglo XIII, vivían en casas abiertas en el corazón de los pueblos y ciudades, muy al contrario de la práctica católica de la vida monástica. Asimismo, se dedicaban incesantemente a la predicación y a la oración. En tiempos de libertad, vestían un sencillo hábito oscuro de burel y solían ir barbudos. Compaginaban su vida religiosa con la práctica de un trabajo manual, porque así lo prescriben para los cristianos las epístolas de San Pablo y porque ellos no cobraban diezmos de su feligresía ni se comportaban, por así decirlo, como señores feudales, a diferencia de los clérigos y los obispos de la Iglesia de Roma.


Los cátaros vivían en comunidades separadas por sexos, y dedicaban largos ratos a la oración, siguiendo una liturgia de las horas que se repartía a lo largo del día y de la noche. De vez en cuando, recibían la visita de un diácono o de un obispo, las únicas personas de la comunidad cátara con autoridad por encima de los bons homes, aunque carecían del estatus que esos mismos cargos tenían en la jerarquía católica. Entonces les profesaban un acto de sumisión y, al mismo tiempo, de penitencia, que era conocido con el nombre de servisi o aparelhament.


Antes de comer, los cátaros realizaban juntos la ceremonia del pan de la santa oración, una partición ritual del pan al estilo agapè (comida en común) de las iglesias cristianas primitivas. Sin embargo, dado que los cátaros se burlaban de lo que el IV concilio católico de Letrán (1215) designó ya con el nombre de transubstanciación (la conversión sustancial, en la Eucaristía, del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo), no atribuían al pan de la santa oración ningún carácter eucarístico, y consideraban esa ceremonia como un simple acto de fraternidad y un memorial de los gestos de Cristo durante la Última Cena.


Por su parte, los fieles seguidores de la Iglesia de los bons homes, cuando se cruzaban con algún cátaro en cualquier parte o en medio de la calle, debían demostrarles visiblemente su respeto y veneración mediante el rito del melhorier, que incluía tres prosternaciones e invocaciones varias y que los comprometía enteramente a los ojos de todo el mundo.


Los cátaros formaban, sin duda, una comunidad singular. Siguiendo las reglas de justicia y verdad, vivían con una extrema pobreza y coherencia evangélica, observaban tres cuaresmas al año y se comprometían a no jurar ni mentir, a no matar y a no juzgar a los demás. Y solían cumplir esas reglas, hasta el extremo de que no tomaron las armas ni siquiera para defenderse de la persecución de la que fueron víctimas, y cuando caían prisioneros confesaban sin ambages una fe que les conduciría directamente hasta la hoguera.


Los cátaros no tenían templos ni campanas, no veneraban imágenes ni reliquias, ni entonaban cantos religioso. Tampoco querían saber nada de la cruz: ¿venerarías acaso el instrumento de suplicio de tu padre?, se decían entre sí. Además, consideraban las indulgencias, o lo que es lo mismo, la remisión de una penitencia a cambio de una donación a la Iglesia, como un medio de chantaje y extorsión. A diferencia de los clérigos católicos, leían los textos bíblicos en la lengua del pueblo, algo que sin duda otorgaba a su predicación una mayor proximidad y eficacia.


La Iglesia de los cátaros fue víctima de una feroz persecución por parte de la Iglesia de Roma, que dispuso todos los medios posibles, pacíficos o violentos, para extirpar la peste herética. Los más importantes fueron sin duda la formación de un ejército que invadió los territorios contaminados del actual mediodía de Francia, es lo que la historia ha venido en llamar la cruzada albigense, y la creación de los tribunales de la Inquisición en el segundo tercio del siglo XIII. En cuanto a la cruzada, no logró su teórico objetivo religioso, pero en cambio supuso, en el plano político y militar, la anexión de los condados y vizcondados del Languedoc a la corona de Francia (1271).


Por su parte, la actuación sitemática y tremendamente eficaz de la Inquisitio heretice pravitatis (encuesta sobre la perversidad heética), a cargo fundamentalmente de la nueva orden de los frailes predicadores o dominicos y a lo largo de toda una centuria, acabó no tan solo con la vida de gran número de miembros de la Iglesia sino, más importante todavía, con el entramado social que soportaba todo el movimiento disidente. Ello ocurrió así a fines de la decada de 1320 en tierras occitanas, en el norte de Italia a principios del siglo XV y en las tierras de Bosnia, último reducto del catarismo, con la invasión de los turcos a mediados del siglo XV.


Un clamoroso silencio pareció producirse tras la paulatina extinción de las comunidades cátaras por toda Europa. Cabe preguntarse qué quedó de la Iglesia cátara occitana después de dos siglos de existencia, de veinte años de guerra y de un centenar de Inquisición. Lo cierto es que el marco religioso cambió por completo desde mediados del siglo XIII, con la expansión de las ordenes mendicantes católicas, la nueva mística franciscana y la ortodoxia subsiguiente a la obra teológica del dominico Tomás de Aquino.



A pesar de todo ello, se ha dicho que en el seno de la mentalidad popular del Languedoc quedaron las brasas de una mentalidad anticlerical, que ayudaría a la eclosión de la Reforma protestante a principios del siglo XV. Después sobrevino un silencio que pudo parecer definitivo, hasta que las nuevas corrientes románticas del siglo XIX giraron sus ojos, también en Francia y concretamente en el país de la lengua de Oc, hacia los resplandores y los mitos medievales. Y, entre todos ellos, exhumaron muy pronto la memoria de una Iglesia perseguida que tuvo un pasoo tal vez fugaz pero, a fin de cuentas, muy relevante en la historia de Europa.

sábado, 15 de octubre de 2011

La Magía De Lo Invisible

El mundo de lo mágico, es un lugar alejado de toda aparente racionalidad, en el que todos en algún momento de nuestras vidas, nos hemos sumergido esperando hallar a esos seres que, aunque inexistentes para los más escépticos anidan en nuestra imaginación, cobrando vida en las mentes de aquellos que alejados en el tiempo de la época dorada donde no se nos llamaba locos por creer en ese maravilloso lugar, ahora siendo adultos racionales y maduros hasta temor mostramos a hablar, a creer en el lugar donde nacen los sueños y las ilusiones. El mundo donde las leyes de la naturaleza operan de una forma distinta a lo que estamos acostumbrados, es tan diferente este sencillo funcionamiento que nosotros en nuestra ignorancia le llamamos magia. Para la mayoría, este mundo aparece cubierto por un manto de invisibilidad, no dejándose ver por aquellos que al crecer perdieron toda esperanza, toda pureza, toda inocencia. Si queremos ver a esta buena gente debemos dejar a un lado los sentimientos que enturbian nuestro interior, estos seres mágicos tan sólo se muestran a aquellos cuyo corazón es puro, corazones que se encuentran alejados de resentimientos, odios, envidias...Quizás, esta sea una de las razones por la que cada vez son menos las personas que ven a estos maravillosos seres.



Ellos por voluntad propia permanecen invisibles para los ojos de los que ven sin ver, de aquellos que se apartan; pero aún quedan personas que a pesar de la edad siguen creyendo en esa llamada magia pensando que en algún lugar ese país existe. Estas personas poseen esa sensibilidad especial con la naturaleza, teniendo la capacidad de dar con la fuerza que forma a estos seres, por ello igual algunos concluyen que somos nosotros en ese plano astral quienes modelamos, quienes imaginamos la existencia de todo lo que luego viene a existir. Así, si imaginamos seres de apariencia desagradable es a esos a los que daremos vida por medio de nuestra fuerza interior, convirtiéndolos en seres reales, pero si por el contrario damos formas en ese plano astral a seres mágicos estos son los que llegarán a existir.



De forma consciente o inconsciente, nuestra imaginación es la fuerza, la energía que estos seres necesitan para que después de que ellos de alguna manera se hayan imaginado existiendo, vean la luz. De alguna forma somos los artífices de su nacimiento, así como de su muerte, haciendo que cuando dejamos de alimentar su existencia a través de nuestro olvido sean devueltos a esa dimensión mágica. Como si de un lugar sagrado se tratase, adentrémonos en las brumas, descorramos el sutil velo y hagamos que la oscuridad, que lo oculto, se muestre ante nosotros dejándonos ver la luz que nos ha de envolver.


Aunque según nos aseguran las historias más antiguas en tiempos pasados los hombres y estos mágicos seres convivieron en un mismo lugar, poco a poco el hombre al ir avanzando en medios se fue alejando cada vez más del mundo natural, de esta forma estos seres quedaron apartados, casi olvidados formando parte del recuerdo, de los mitos y leyendas, pero alejados de todo lo real. A ellos no les quedó otro remedio que ir apartándose para terminar refugiándose en ríos, océanos, bosques, fuentes, cuevas....lugares donde aún hoy intentan seguir habitando.


Normalmente el Reino de esta buena gente se sitúa en el norte de Europa, pero sin duda el lugar preferido para el País de las Hadas por todos aquellos que aún creen que es el lugar donde los sueños son posibles, es la misteriosa Ávalon, el paraíso del mundo celta, lugar donde las manzanas abundan como símbolo de esa inmortalidad que impregna a toda la isla, la llamada también Isla de las Manzanas. Este Edén de los antiguos pueblos libres de las influencias de la Nueva Religión, invisible para todos aquellos que dejaron de creer, que dejaron de soñar, dejándose arrastrar por la nueva fe. Un lugar donde el tiempo tal como lo conciben los que no ven no existe, tampoco existen las miserias cotidianas en las que como humanos nos vemos inmersos.


No hay que olvidar que a esta Isla de Cristal, fue llevado Arturo moribundo después de la batalla de Camlann tras la lucha que mantuvo con el hijo que le diera su hermana, la sabia Morgana Le Fay, Mordred; allí fue también donde se forjó Excalibur, algunos aseguran que por el propio Merlín; donde vivía la hermosa Elaine de Carbonek, madre de aquel que fue el único capaz de alcanzar el deseado Grial, Galahad; donde Lancelot Du Lac fue educado por Nimue o Viviana, La Dama del Lago, pupila de Merlín superándole en conocimientos y robándole el corazón.

Lugar donde habita el Hada Morgana con sus hermanas, velando por Arturo hasta que este despierte y vuelva a ocupar el lugar que le corresponde. Hoy día aunque invisible para la mayoría, este Otro Mundo existe paralelo al nuestro, sólo con apartar la tenue bruma que nos separa podremos pasar a ese otro lado para disfrutar de las maravillas que nos ofrece sin reservas. ¿Te atreves?Ese mundo de lo etéreo nos acompaña desde que se conoce la existencia del ser humano. Si viajamos en el tiempo, una de las primeras referencias que nos llegan de estas hermosas criaturas proceden del antiguo Egipto. Según las creencias de estas gentes, cuando un niño nacía hacían su aparición las llamadas siete Hathors, la misión de estas diosas del destino o hadas madrinas era predecir el futuro de los infantes. En la antigua Grecia nos encontramos con seres tan fantásticos como las ninfas y las dríades; en cuanto a Roma, en su mitología aparecen las fatas de donde procede el vocablo hada, esta palabra que nos viene del latín FATA y que a su vez deriva de FATUM, es decir el hado o el destino, hace referencia a la diosa responsable del devenir de los humanos.

Pero fue en la Edad Media donde nos encontramos con gran cantidad de leyendas que hacen referencia a las hadas, aunque en esta época en algunas ocasiones se las relaciona con las brujas.

Una época de tinieblas donde todo lo que no fuese cristiano era más que dudoso, la nueva religión despreciaba todas esas creencias, todos los rituales paganos tan relacionados con la naturaleza fue demonizado por los que portaban la cruz como símbolo de la verdad absoluta. Como ejemplo de esta estúpida persecución recordar al sucesor de Isabel I de Inglaterra, Jaime I, el cual de forma absurda no dudó en incluir a las hadas como un tipo de demonio en su famoso tratado de demonología. En el siglo XV fueron dos monjes dominicos, inquisidores para más señas, llamados Kramer y Jacob Sprenger los que en su obra Malleus Maleficarum (El Martillo de las Brujas) afirmaron que las hadas eran brujas. Sin embargo, a pesar de todo el esfuerzo que hizo esta nueva religión por borrar a estos seres de las creencias y de la memoria de la gente común, no tuvieron el éxito deseado. A escondidas, en secreto, muchos seguían creyendo en estos buenos vecinos, en su magia y en todo el poder y la energía que de ellos emanaba. Gracias a todas estas personas que aún a riesgo de sus propias vidas y de los suyos, y que se negaron a doblegarse ante tanta intransigencia e insensatez, estos compañeros siguen vivos y no tan solo en el recuerdo o nuestras mentes, gracias a ellos no se difuminaron en el tiempo perdiéndose para siempre.

Con la llegada del Renacimiento y el gusto por volver a ese mundo griego y romano tan admirado por los hombres del siglo XV y XVI, fue donde las hadas y demás seres mágicos intentan de nuevo ocupar el lugar que les fue arrebatado. Artistas de las diferentes disciplinas se hicieron eco a través de sus obras de este resurgimiento, como ejemplo podemos nombrar a Williams Shakespeare quien por medio de su pluma en su maravillosa obra El sueño de una noche de verano, escrita alrededor de 1595, dio vida a estos seres por medio de Titania y Oberón, reina y rey de las hadas. Una obra donde los sueños, la magia, la fantasía y el amor se entrelazan entre sí dando vida a cada uno de los personajes.


En el siglo XIX con el Romanticismo todo este asombroso mundo toma nueva forma haciendo que el hombre conecte con lo espiritual. Es aquí donde aparecen autores como Thomas Keightley, autor del libro Mitología de duendes y Thomas Crofton que escribió Leyendas y tradiciones del sur de Irlanda. Por supuesto no podemos olvidarnos de J.R.R. Tolkien y su genial trilogía El Señor de los Anillos, donde los bellos elfos tienen gran protagonismo haciendo que realidad y fantasía vayan de la mano. El no menos genial Oscar Wilde también se sumergió en este mundo, en 1892 publicó un libro de cuentos de hadas titulado Una casa de granadas. Recordar también, a la francesa Madame d’Aulnoy, nacida hacia 1650 y que destacó principalmente por sus cuentos de hadas. Sin embargo fue Paracelso conocido médico renacentista suizo, quien con la publicación en 1591 de El Libro de las Ninfas, los Silfos, los Pigmeos, las Salamandras y los demás espíritus influyó notablemente en muchos escritores que decidieron adentrarse en este mundo, autores como Goethe o los Hermanos Grimm entre otros se dejaron seducir por esta maravillosa obra, también los espiritas bebieron de estas fuentes. Entre los pintores encontramos a personas como Richard Dadd, William Blakc, Joshep Noel Paton, Henry Fusely, Sophie Anderson...

Muchos fueron los artistas, que por medio de su especial sensibilidad captaron los mensajes que de alguna forma la naturaleza les transmitía, plasmando en sus lienzos o en papel lo que los ojos cauterizados por la racionalidad no veían. Todos ellos intentaron reflejar esa fuerza y belleza en sus obras. Todos de una forma u otra intentaron mostrarnos toda esa magia que como si de un sueño se tratase, se desvanece en la noche de los tiempos.


La Sociedad Teosófica también se pronunció sobre estos elementales, llegando a la conclusión de que estas presencias eran una manifestación del espíritu de la naturaleza, formando parte de ella. Para ellos no se trataba de ángeles ni de demonios, era la manifestación de la misma vida. El mismo Arthur Conan Doyle, padre de Sherlock Holmes, se vio envuelto en el más que dudoso asunto de las fotografías de hadas que unas niñas, Elsie Wright y su prima Frances Griffiths, decían haber tomado en un pequeño pueblo de Inglaterra llamado Cottingley. Las llamadas fotografías de hadas de Cottingley conmocionaron a toda la sociedad de la época, tanto fue así que el propio Arthur Conan Doyle y Edward Gardner en la edición navideña de la revista Strand Magazine en 1920, publicaron un artículo titulado: Un acontecimiento que hará época: hadas fotografiadas, agotándose la tirada en tan sólo tres días. Pero esta historia no fue conocida tan sólo en Inglaterra, alrededor del mundo los más
prestigiosos periódicos del momento se hicieron eco de la noticia. Hoy día aunque se ha demostrado de forma sobrada que todo obedecía a una travesura infantil, y que las fotos no eran más que dibujos recortados hechos por la propia Elsie, hay personas que piensan que algunas de estas fotos no son fraudulentas. Fue Elsie quien en una entrevista que en 1971 concedió a la BBC-TV afirmó que las fotografías eran auténticas, aunque posteriormente ya en los años ochenta hay quienes aseguraron que tanto Elsie como France admitieron que algunas eran falsas. Sin embargo los defensores de las fotos aseguraban que esta confesión, era fruto de la presión que estas dos mujeres venía sufriendo desde hacía tiempo. Como siempre cada uno de nosotros somos libres de elegir lo que creer.


Ya hemos visto en breves pinceladas, a lo largo de todos los tiempos encontramos historias que nos
hablan de hadas, elfos, enanos, duendes, gnomos, ninfas, y demás personajes que forman parte de esos espíritus de la naturaleza. Los bosques son los lugares donde más gustan vivir a estos seres, bosques frondosos donde los riachuelos y lagos forman parte del paraje natural. Por desgracia cada vez más y debido a la mano del hombre, quedan menos de estos lugares haciendo que el ver a estos elementales se haga más difícil. Así y todo a pesar de que estos seres prefieren permanecer en el plano astral de forma que ellos nos ven pero nosotros a ellos no, en ocasiones y de forma especial permiten a alguien cruzar esa línea de lo irreal, donde lo fantástico se ofrece al ojo humano como invisible dejándose ver. Hay personas que aseguran haber visto a las hadas, otras igual no han sido capaces de ver a estos seres de forma física pero quizás, al pasear por alguno de estos lugares hemos sentido esa energía especial que envuelve como un manto todo nuestro ser, es en estos lugares donde nuestra percepción, donde nuestros sentidos se abren un poco más siendo capaces de sentir la naturaleza y por que no, a esos habitantes que aunque invisibles, en ocasiones se dejan ver, ya sea de forma voluntaria o por descuido. Lo que no podemos negar es que en esos parajes se percibe una energía única, una mágica fuerza capaz de envolverlo todo. Pero para nuestro pesar, hoy en día la gran mayoría de nosotros hemos perdido esa capacidad para entender el lenguaje que la naturaleza nos quiere hacer llegar. Por todo esto cada vez se hace más necesario ese retorno a la Tierra, muchos son los que a lo largo de los tiempos, dándose cuenta de este alejamiento han buscado la forma de volver a ella, de entender lo que nos quiere transmitir, en un intento por fundirse con La Gran Madre, de unirse con la tierra y con esos seres mágicos que prefieren no ser vistos. Lo mismo, no han sido capaces de ver a estos seres de forma física pero quizás, al pasear por alguno de estos lugares hemos sentido esa energía especial que envuelve como un manto todo nuestro ser, es en estos lugares donde nuestra percepción, donde nuestros sentidos se abren un poco más siendo capaces de sentir la naturaleza y por que no, a esos habitantes que aunque invisibles, en ocasiones se dejan ver, ya sea de forma voluntaria o por descuido.

  

Todos ellos, hadas, elfos, duendes, ondinas...forman parte de un único espíritu, conectado con lo que para algunos sería una divinidad, la Madre Naturaleza. Estos elementales de la naturaleza como hijos de Gaia protegen y preservan a la tierra de todo mal o al menos, lo intentan. Aquí podemos, de alguna forma, ver una similitud con la hipótesis de Gaia, la tierra como organismo vivo, respira, siente. Fue en 1969 cuando el prestigioso científico James Lovelock desarrolló esta, para muchos, delirante idea. La Teoría de Gaia nos dice a grandes rasgos que al tener la tierra vida propia todos los organismos están conectados entre sí, todos dependen unos de otros formando un Todo. De igual forma estos seres de la fantasía estarían también estrechamente relacionados con todo lo que respira.

Sobre que son las hadas hay diferentes opiniones, para algunos son las criaturas que cuando ocurrió la Gran Guerra en los cielos entre ángeles y demonios, entre el supuesto bien y el supuesto mal, decidieron mantenerse al margen no tomando partido por ninguno de los bandos. También se las ha relacionado con el alma de los muertos, almas en pena que esperan el día del Juicio final. Otros opinan que al desaparecer las divinidades celtas, estas no lo hicieron por completo, si no que pasaron a formar este buen pueblo, de esta forma y como ejemplo Morgana Le Fay, el Hada Morgana, podría tratarse de una de las Diosas de la Britania antigua, una de las divinidades nacidas de la Gran Diosa Dana.Pero es en Irlanda donde se cuenta una curiosa leyenda sobre el origen de hadas y elfos. Esta se remonta a los días de Eva, cuando se encontraba bañando en un río a sus hijos y dios le habló, entonces ella en su temor escondió a los niños que aún no había lavado, dios en su astucia preguntó a Eva si los que se encontraban allí eran todos sus hijos, a lo que ella dijo que sí. A Dios que nada se le escapa descubriendo el engaño pronunció su sentencia, estos inocentes niñitos que Eva intentó ocultar seguirían ocultos para el resto del mundo por siempre. Estos, según nos cuenta la leyenda, son los elfos y las hadas, son El Pueblo Oculto son los Huldre Folk. Paracelso pensaba que son seres intermedios entre los hombres y los espíritus. Para él cada elemento, tierra, fuego, aire, agua, tiene su correspondencia con estas criaturas. De esta forma los gnomos pertenecerían al elemento tierra, las nereidas al agua, los silfos al elemento aire, y las salamandras al fuego. Cada uno de estos Espíritus de la naturaleza tiene su función con respecto al cuidado de la Tierra, enojándose con el ser humano cuando este la daña.

Creer o no creer, es algo que como siempre tan sólo nosotros podemos decidir. Quizás solo los poseedores de esa segunda vista, de esa vista del alma sean capaces de apreciar las manifestaciones energéticas que la Madre Tierra nos ofrece. Para muchos el mundo en el que vivimos es el real, para otros no es más que una pesadilla de la que esperan despertar algún día para amanecer en el País donde los sueños dejan de serlo. Mientras tanto, abramos nuestros corazones y mentes a ese lugar que hemos desechado con el pasar del tiempo y no olvidemos que como dijo alguien en algún lugar:



Nada es lo que parece y Nada parece lo que es.

Al Amor De Mis Amores

Madre, llévame a la cama.
Madre, llévame a la cama,
que no me tengo de pie.
Ven, hijo, Dios te bendiga
y no te dejes caer.

No te vayas de mi lado,
cántame el cantar aquél.
Me lo cantaba mi madre;
de mocita lo olvidé,
cuando te apreté a mis pechos
contigo lo recordé.

¿Qué dice el cantar, mi madre,
qué dice el cantar aquél?
No dice, hijo mío, reza,
reza palabras de miel;
reza palabras de ensueño
que nada dicen sin él.

¿Estás aquí, madre mía?
porque no te logro ver....
Estoy aquí, con tu sueño;
duerme, hijo mío, con fe.


Miguel de Unamuno

Mater, semper vivus in corde meo.

jueves, 2 de junio de 2011

Esperanza

Aunque algunos nunca lo creyeran, lo extraño era que no hubiera ocurrido antes. Con un 43% de paro juvenil, una Unión Europea que parece renunciar a su papel histórico, caminando hacia la irrelevancia social y política, revoluciones en el mundo árabe, un capitalismo financiero voraz y sin límites y fenómenos ciudadanos globales como las redes sociales y wikileaks, era simplemente cuestión de tiempo. Stephane Hessel, luchador de la Resistencia francesa, diplomático, redactor de la Declaración de Derechos Humanos, socialista francés y autor del pequeño panfleto Indignaos representó a sus 94 años la conciencia de una Europa ilustrada y democrática que no se resigna a la decadencia y la injusticia.


Su llamamiento pulsó en un principio, el sentir de la población francesa y empezó a hacerlo con la juventud española. La que llaman la generación perdida no tiene voluntad política, nunca mejor dicho, de serlo. Afortunadamente. Desde hace cierto tiempo han proliferado diversas iniciativas ciudadanas, con un denominador común, el hartazgo ante una crisis que están pagando aquellos que no la han ocasionado. Unas con más definición ideológica y pragmática que otras, florecen con distinta intensidad se podría decir, signo de una ciudadanía que rechaza el nuevo feudalismo, en que el capitalismo financiero está situando a la sociedad. Les agrupa la indignación, una emoción que hunde su sentido en la dimensión moral.



Para indignarse, para alzarse en este nuevo mayo, primero hay que tener concepto de dignidad. Dignidad de persona y conciencia de ciudadano, no de súbdito. La situación social y económica es escandalosa, y no responde a causas coyunturales sino estructurales. Frente a eso intentan situarse las democracias europeas, la española en particular, más joven que otras, pero ya lejos del optimismo de la Transición; de un optimismo que a pesar de graves problemas como el terrorismo, el paro o el déficit social hacía pensar que era posible conquistar el futuro. Futuro que pasaba por bienestar económico y social, el que representaba Europa. Sin embargo, las democracias europeas aquejan cansancio. La extrema derecha crece en toda Europa, al tiempo que la lentitud institucional y la sumisión a los mercados aumenta. Se salva a los bancos pero no se salva a las personas y eso es algo inaceptable. Aplaudimos las revoluciones árabes, pero luego no somos capaces de corresponsabilizarnos de sus efectos sociales. Se nos piden cada vez más esfuerzos, más competitividad y más ajustes, pero incluso en los países que están saliendo adelante en la crisis, la gente vive peor que antes.


La gente tiene la sensación de que la democracia ha cedido mucho terreno al poder económico y que el deterioro de la cohesión social hace que cada vez menos personas se sientan representadas e integradas en el juego democrático actual. Unas elecciones municipales donde se presentan más de cien imputados hacen el resto. Nuestro sistema empieza a parecerse peligrosamente al de la Restauración, con una derecha poco europea y que parece no tener más alternativa que volver a engrasar la maquinaria de un sistema que es, sin ningún genero de dudas, el problema, no la solución; y unos socialistas atrapados en las contradicciones ideológicas de una Tercera Vía que es más neoliberal que socialista, no os quepa duda.


Necesitamos urgentemente medidas de regeneración democrática como las listas abiertas, el cambio de la ley electoral u otras que permitan que los ciudadanos controlen a los partidos políticos, en manos de unos aparatos muy burocratizados. Y sobre todo que permitan la emergencia de una pluralidad y una complejidad que es bastante más profunda de lo que muchos nos quieren hacer ver. Necesitamos buscar un nuevo equilibrio entre estabilidad y pluralidad en la representación institucional. En esa articulación del pluralismo democrático resultan claves unos medios de comunicación social cuya propiedad es deseable que esté diversificada y que desarrollen su trabajo en la mayor libertad posible.


Lo llamativo de este movimiento es que llama a la unidad desde la indignación, sin pedir el carnet político a nadie. Critica al sistema económico y a la incapacidad de la política para imponer la voluntad democrática a éste, pero no parte de unos principios ideológicos dogmáticos. Critican tanto al capitalismo como la connivencia del Estado con este último. De momento no hay líderes reconocibles mediáticamente, aunque sus promotores pertenecen a la izquierda social no alineada en los grandes partidos. Tampoco está claro cómo pasar de la indignación a las propuestas concretas, pero es evidente que si el movimiento sigue adelante, acabará influyendo mucho en la política española y también europea. También tendrá que superar intentos de instrumentalización, algunos de ellos violentos. Y pondrá nerviosos a los que detentan el poder, ya lo está haciendo, a unos más que a otros. Pero resulta evidente que estamos viviendo una situación de inquietud y agitación social a la que no estábamos acostumbrados desde la Transición. Una situación que algunos autores califican de pre-revolucionaria.


Ante la inquietud de multitud de desconcertados por los sucesos que se están dando en Madrid, Barcelona y otras muchas ciudades y pueblos de España. Y ya desde un punto de vista más personal y menos, digamos, analítico, cabe hacerse un par de preguntas, un par de preguntas que nos ayuden a sincretizar todo este movimiento, esta agitación social y son estas:

En primer lugar ¿Quién está detrás de todas estas concentraciones de jóvenes, y no tan jóvenes?. Y en segundo lugar, ¿Cuáles son sus ideas?.

Ante tanto desconcierto, y para conseguir una respuesta razonable, no estaría de más distanciarnos con perspectiva y recordar, históricamente hablando, aquel famoso mayo del 68 francés.

La revolución del 68 no fue organizada por ningún partido ni tampoco por ninguna otra organización. Sencillamente, fue la explosión social de una serie de anhelos colectivos. Esta respuesta, creo que también es válida en lo que se refiere al nuevo mayo español.

Y antes de pasar a responder a la segunda pregunta, me gustaría recordar algo muy importante: el mayo del 68 francés se consiguió desmantelar por parte del poder, cuando el presidente De Gaulle consiguió esparcir la putrefacta mentira de que aquel movimiento era comunista. Aviso para navegantes: porque ahora mismo, los medios de comunicación en manos de la plutocracia parasitaria están difundiendo la misma difamación respecto al mayo español


Pasemos a responder a la segunda pregunta: ¿qué ideas tienen los concentrados en el mayo español? Que nadie espere algo sistematizado. Precisamente, los intentos que se están haciendo por sistematizar el movimiento pueden terminar pervirtiéndolo. Volvamos a mayo del 68: las ideas de aquella revolución, se pueden concretar en dos principios muy generales: en primer lugar, el pacifismo concretado en un no a la guerra de Vietnam, y en segundo lugar dar primacía a la libertad individual por encima de cualquier moral impuesta (y siempre, claro está, que no se moleste a otro).

Estos principos generales, fueron precisamente los que dieron fuerza al mayo del 68 francés así como a sus réplicas del momento. Una mayor concreción o sistematización, habría dejado muchas personas fuera.

El mayo español, como ya lo fue el mayo francés, es una respuesta general a los problemas comunes de la sociedad: en el mayo francés la indignación ante una intolerante represión moral y un belicismo demente, y en el mayo español el sencillo hecho de que desde hace décadas los que tienen el poder (políticos y financieros) han dejado de ser, o parecer, delegados de la sociedad para pasar a dedicarse exclusivamente a sus propios intereses.

Es así de sencillo: los partidos políticos, los bancos y los medios de comunicación van por un lado (mirándo unicamente por ellos mismos), mientras que el pueblo va por otro camino (en el que el poder lo mangonea y abusa de él). Los ciudadanos ya están cansados y han dicho ¡basta! Eso es todo.
Finalmente, mi consejo a los reunidos en las plazas es que no intenten concretar demasiado sus ideas, si no quieren que el movimiento se pervierta. El poder se está impacientando por conocer "de qué van estos", para ingeniar alguna manera de entrar y venderles la moto. No hay que caer en la trampa.

Es verdad que mayo del 68 ya pasó y que algunos creen equivocadamente que nada fue conseguido con las movilizaciones. Lo conseguido no fue poco, aunque si lejano y olvidado: libertad y paz, escritas con mayúsculas. Y si el mayo español, este movimiento de los indignados sirviera para que los políticos y poderosos en general tengan más en cuenta a los ciudadanos, ya se habría conseguido mucho.

sábado, 21 de mayo de 2011

Cine Maldito

Es este sin duda, un tema realmente asombroso y fascinante. El del cine maldito, películas que, por una u otra razón han traído desgracias y rodajes que han resultado caóticos y desesperantes para los integrantes de los equipos cinematográficos. Es un tema, no obstante, difícil de investigar.

En primer lugar, el mundo del cine suele ser un mundo hermético e interesado, ya que lo que los espectadores perciben y consumen es el resultado final del producto y a pocos, esa es la verdad, les interesa el proceso de creación de una película. De hecho, cuando al elenco de actores, guionistas y directores se les pregunta por los rodajes, suelen endulzar la realidad pasando de puntillas sobre aspectos como enemistades, vicisitudes o guerra de egos y solo cuando algún personaje famoso publica sus memorias es cuando nos enteramos de cosas extraoficiales.

En segundo lugar, existen infinidad de leyendas urbanas que rodean a este arte, como ocurre casi siempre con mundos cerrados al público. Apariciones de fantasmas, vudús, premoniciones y otro tipo de avatares del destino se han encargado de dotar a estas películas de la categoría de malditas, y eso por no hablar de los actores muertos durante los rodajes.

Y por último, por una duda y grande: ¿que podemos entender por cine maldito? Y sobre todo, ¿que grado de desgracia, mito o terrores han suscitado las películas consideradas malditas?

Os pondré varios ejemplos. Cuando Todd Browning rodó en 1932 la mítica Freaks, no podía ni imaginar que, lo que supuso una obra donde se pretendió humanizar a un colectivo como los fenómenos de feria que tan bien conocía, acabaría arrinconada y casi silenciada debido a la repulsión del publico que negaba así la existencia de estas personas dentro de una sociedad como la norteamericana. Acabando con la carrera de este director.

Cuando el mismo Browning rodo Drácula, un actor búlgaro llamado Bela Lugosi alcanzo la inmortalidad al encarnar al enigmático conde transilvano. Lo que ya no es tan conocido es que ese personaje logro suplantar casi toda su propia personalidad persiguiéndole durante toda su carrera hasta llegar al extremo de hacerse enterrar con el disfraz del mítico vampiro.

Otros actores alcanzaron el apelativo de leyenda no tanto por sus papeles sino por el hecho de morir durante rodajes. Le paso a James Dean, hay quien dice que por una maldición, y con otros muchos actores.

Pero, no obstante, si entendemos por películas malditas aquellas que pueden llegar a causar alteraciones, no solo en los miembros de los rodajes sino en las mentes de sus espectadores, habría que ceñirse a tres títulos que tienen que ver con la figura más espeluznante y que más miedos ha creado al ser humano a lo largo de la Historia. La Semilla del Diablo, El Exorcista y La Profecía. No hay que olvidar otras muchas películas que tuvieron nefastas consecuencias, pero estas tres, están rodeadas por una fuerza maligna y oscura. Así pues, tras esta pequeña introducción, a la vez que confesión, os invito a adentrarse entre bambalinas y atrezos del séptimo arte y descubrir las entrañas mas ocultas de un oficio que, mas allá de las estrellas, las alfombras rojas y el glamour, también esconde enigmas y verdaderos expedientes X.

Cuando William Castle estaba a punto de estrenar su película The Tingler (1959), ya sabia que el público quiere verdaderamente asustarse cuando ve una película de terror. Lo había experimentado dos veces antes, la primera al estrenar Macabre donde convenció a la aseguradora Lloyds para que asegurasen a los espectadores en caso de muerte durante la proyección. Después para promocionar la película The House of Haunted Hill, Castle se sirvió de emerjo, un artilugio que consistía en un esqueleto brillante que volaba por encima del publico en un momento dado de la película. Ahora, con The Tingler, William Castle había ideado otra broma mordaz para promocionar la película.

La trama gira en torno a un animal imaginario parecido a un ciempiés que parasita al ser humano por la espina dorsal y que solo puede espantarse con un fuerte grito. En un momento concreto de la película, un tingler se separa del cuerpo de una mujer sordomuda y da la sensación de salir de la pantalla. Vincent Price, el protagonista masculino del film, insta a los espectadores a gritar para evitar que la criatura anide en sus cuerpos. Y en ese momento, el cine se queda a oscuras y en silencio. Es ahí donde entra en acción el truco llamado emerjo, lo cual no es mas que una serie de vibradores colocados en la parte inferior de butacas sueltas que, una vez activados, darían la sensación de que el tingler esta ubicado bajo los pies.

Imaginaos el resto. Imaginaos que delante de vuestra butaca, de repente y en medio del silencio y de la oscuridad absoluta, una persona salta de su asiento enloquecida y gritando que tiene a ese bicho bajo sus pies. El resultado fue asombroso. William Castle había elevado el género del cine de terror un peldaño más. Realmente hacia sentir horror al publico y este empezó a querer experimentar la sensación de que algo malo podía sucederles si veían las películas. En cierta manera les daba morbo.

Por eso no es de extrañar que, cuando el bueno de Castle compro los derechos del libro El Bebe de Rosemary y le encargo a un joven director polaco llamado Roman Polansky que la convirtiera en La Semilla del Diablo, el aluvión de criticas de ligas cristianas y la atracción que suscito en asociaciones satanistas, así como las leyendas que iban surgiendo y calando en el subconsciente de sus posibles espectadores, encantara sobremanera a William Castle.

Esta película cuenta la historia del matrimonio Woodhouse, el cual se muda a un edificio gótico (el luego tristemente famoso Edificio Dakota) . La pareja se hace amiga de otro matrimonio vecino, los Castavet. A partir de un sueño que tiene Rosemary Woodhouse en la que sufre una violación por parte del diablo, una serie de cosas extrañas comienzan a suceder. El marido de Rosemary, Guy, comienza a avanzar en su carrera de actor y ella, se queda embarazada a raíz del sueño.

Pronto, la joven comienza a sospechar tanto de los Castavet como de su marido y al final descubre que este ha hecho un pacto diabólico a cambio de permitir que Rosemary engendre al hijo de Satán.

La película descubre como, el instinto protector de una madre hace que, una vez enterada del hijo que ha engendrado, lo acepte y lo proteja.

Para que se hagan una idea de lo que llego a ser la película, la Oficina Nacional Católica para películas califico a La Semilla del Diablo con una C. Una C, de condenada.

Sin embargo, el film se convirtió en un éxito de taquilla, en parte porque el ser humano gusta de probar placeres prohibidos y de experimentar los subidones de adrenalina que causa hacer cosas que, simplemente, no se pueden hacer. Sin embargo, y condenas aparte, para los miembros de esta película, el termino maldita iba a cobrar un sentido aterrador.

Tal vez la parte mas conocida de esta historia fuese la brutal matanza que la familia Manson perpetro en casa de un ausente Roman Polansky y que se cobro, entre otras, la vida de su mujer Sharon Tate embarazada de ocho meses. Hay quien trazo similitudes entre la familia Woodhouse y los Polansky ya que tanto Rosemary como Sharon se ocupan de sus respectivos embarazos ante la pasividad y el narcisismo de sus esposos.

Mia Farrow fue una de las personas que peor lo paso durante el rodaje, aunque no por las circunstancias que rodearon al mismo sino porque su marido, Frank Sinatra, se divorcio de ella durante la grabación, presa de un ataque de celos hacia su joven esposa.

Otro de los que acabo mal precisamente William Castle. El otrora amante de las bromas y especialista en dotar a sus trabajos de un aura de misterio, comenzó a recibir amenazas tras el estreno de su película. Misivas como: La Semilla del Diablo es basura y tú vas a morir por ello o muere, muere, muere fueron minando su resistencia mental hasta el punto de que, debido a un ingreso hospitalario por problemas en su vejiga le hicieron pensar que realmente algo sobrenatural pasaba. De hecho, sus propias palabras la historia de la película esta sucediendo en la vida real. Las brujas están lanzando sus maldiciones hablan por si solas. El creador de películas malditas había acabado probando su propia medicina.

La Semilla del Diablo no es, ni mucho menos la primera película maldita del cine. Otras como El Mago de Oz (1939), Rebelde sin Causa (1955) y El Conquistador de Mongolia (1956) ya habían alcanzado ese dudoso galardón gracias a las muertes y accidentes sufridos por los integrantes de los equipos. Otras como Nosferatu (1922) o la anteriormente citada Freaks lo habían conseguido gracias a las feroces campanas que a punto estuvieron de destruir las cintas.

Sin embargo La Semilla del Diablo fue la primera película de terror, con permiso de Incubus, en poseer este apelativo, con lo cual se aunaban dos elementos que podían resultar demoledoramente positivos para las taquillas.

El 26 de Diciembre de 1973 tuvo lugar el estreno de El Exorcista. Atrás quedaban nueve tortuosos meses de rodaje y se habían consumido mas de 10 millones de dólares.

La película se basa en la novela de William Peter Blatty sobre una niña que sufre comportamientos extraños atribuidos, después de descartar causas mentales, a una posesión demoniaca. Blatty, a su vez, se baso en el caso real de un niño ocurrido en 1949.

El libro se convirtió en un éxito sin precedentes y su autor se dispuso a escribir el guion para la película que habría de dirigir William Friedklin, apodado Wacky Willy, (Willy el chiflado).

Pronto el rodaje se convirtió en una autentica pesadilla ya que durante el mismo comenzaron a producirse, quien sabe si por casualidad o por fuerzas inexplicables, repentinas muertes. Actores como Jack MacGowran que interpretaba el papel de Burke Dennings y Vasiliki Maliaros, la madre del padre Karras, murieron unos días después de estrenarse la película.

Los actores Max Von Sydow, el padre Merrin y la pequeña Linda Blair, Regan, sobrevivieron al rodaje aunque sufrieron las perdidas de seres queridos. En concreto, Von Sydow perdió a su hermano y Linda a su abuelo.

El bueno del padre Karras también sufrió un percance grave durante la grabación ya que su hijo estuvo a punto de fallecer al ser atropellado. Ellen Burstyn, la madre de Regan, tuvo un accidente grave en la espalda al rodar la escena en que su hija se golpea con el crucifijo, de hecho, la toma que se aprecia de ella en la escena es totalmente real ya que Friedklin grabo el accidente y decidió incluirla en el montaje.

Si a estas desgracias unimos incendios de decorados, amputaciones sufridas por miembros del personal técnico, insolaciones y pérdida de material, no es de extrañar que el director pidiera al padre Berminghan, asesor técnico del film para asuntos religiosos, que practicase un exorcismo real en el plato. El religioso, en vez de eso, bendijo el lugar. Acto seguido, la residencia de jesuitas donde vivía en Georgetown, se quemó.

La película sobre el diablo aun no se había estrenado y ya pesaba sobre ella el adjetivo de maldita y, sin embargo, lo peor aún estaba por llegar.

Aquel 26 de Diciembre de 1973, la película recibió una feroz critica que le obsequio perlas como pornografía religiosa. Aún así recaudo 165 millones de dólares y fue nominada a 10 Oscars, aunque solo logro el premio al mejor guión y al mejor sonido.

En las semanas posteriores al estreno se produjeron en Estados Unidos actos de barbarie, histeria colectiva y enormes tumultos que fueron alimentándose gracias a los supuestos hechos que se producían si uno acudía a ver la película. Desmayos, vómitos, ataques al corazón, cines con médicos de guardia, epilepsia e incluso abortos y suicidios no hacían mas que picar la curiosidad de aquellos que aun no habían acudido al cine. ¿Y si se aparece el demonio de verdad? parecían pensar al tiempo que sacaban sus entradas en taquilla.

Al otro lado del charco, la cosa no fue mucho mejor. En Alemania, un chico de 19 anos se pego un tiro después de verla y en Inglaterra un chico de 17 asesino a una niña de 9 alegando después que no fue el quien lo hizo ya que había algo dentro de mí. Es desde que vi la película El Exorcista.

La psicosis aumento tanto que se llego a temer por la vida de Linda Blair, la cual recibía cartas de trastornados llegando a afectar a la vida de la pequeña, Estaba en cualquier sitio () y la gente se preguntaba si era el diablo.

El enorme éxito de la cinta provoco dos secuelas y una precuela más, aunque no llegaran al éxito de la primera parte. El Exorcista se había convertido en un fenómeno de masas y había calado hondo en las creencias y convicciones de la sociedad de la época. Tal vez, como sugiere Blatty, la película no fuera maldita, Friedklin iba () retrasado y dio una entrevista a Newsweek culpando de todo a los demonios o como sugiere Ellen Brustyn, sucedieron muchas cosas extrañas durante el rodaje (). Hubo 9 muertes en la película. Era aterrador. Sea como fuere, lo cierto es que El Exorcista quedó en la historia como la película que lucho contra ángeles y demonios para poder ser estrenada y como dijo posteriormente su director: si vas buscando al diablo, hay muchas posibilidades de que acabes encontrándole.

 Si La Semilla del Diablo se enfocaba desde el conflicto que supone a una madre el hecho de ser la portadora del hijo de Satán, otra película, La Profecía, abordaba el mismo tema pero desde el punto de vista paterno.

Efectivamente, en este film es el padre, un Gregory Peck metido en la piel de un diplomático norteamericano, quien acepta un bebe recién nacido a cambio del suyo propio, muerto durante el parto, a escondidas de su esposa y sin sospechar, hasta bien tarde, que el pequeño Damien es, ni mas ni menos, que el anticristo.

Realmente es difícil apreciar si La Profecía es una película maldita o se debe a ingeniosas tramas publicitarias visto el éxito de El Exorcista o La Semilla del Diablo. Para muestra, el preestreno de la cinta, que tuvo lugar el 6 de junio de 1976 fue anunciado a bombo y platillo con una frase demoledora: Hoy es el sexto día, del sexto mes, del año mil novecientos setenta y seis... Además en palabras del propio productor de la cinta, Harvey Bernhard: es como si alguien no quisiese que la película se hiciese.

Y es que, como sus predecesoras en esto del cine satánico, el rodaje de La Profecía, también estuvo plagado de incidencias que dieron pie a que se le considerara maldita.

Porque, que un rayo alcance a un avión en pleno vuelo puede llegar a sucederle a cualquiera en cualquier momento. Esto pudo pensar Gregory Peck cuando el avión que lo transportaba a Londres para rodar la película sufrió dicho percance. Lo que ya no parece tan normal es que el avión que llevaba a David Setzer, el guionista, también fuera alcanzado por otro rayo mientras hacia la misma ruta y a tan solo unas pocas semanas de diferencia. Y menos normal aun parece el hecho que, después de que Gregory Peck cancelase un vuelo a Israel, el avión que debía tomar se estrellase matando a todos los viajeros. Y ya el colmo, un avión que el equipo había alquilado sufrió al despegar un accidente causado por una bandada de pájaros matando a todas las personas que viajaban en el, así como a los ocupantes del coche contra el que choco. A mí me parece demasiada casualidad, ¿no os parece?

El rodaje transcurrió en su mayor parte en Londres y en la década de los 70, el I. R. A. estaba en uno de sus momentos mas belicosos. Tanto es así que Richard Donner y un productor ejecutivo a punto estuvieron de morir victimas de una bomba terrorista si hubiesen acudido al restaurante donde estallo, y donde tenían mesa reservada tan solo una hora antes.

Visto lo visto, parecía poco probable que se sucediesen mas desgracias pero la lista es bastante larga e incluye accidentes de coche, mas atentados del I. R. A. e incluso la muerte de un guarda de seguridad a manos de dos leones.

Pero lo más terrorífico e inquietante por real, aun estaba por llegar. Según se cuenta John Richardson, el encargado de los efectos especiales se encontraba en Holanda, cuando el 13 de Agosto de 1976, viernes, para mas inri, tuvo un accidente automovilístico en el que resulto mal herido y su asistente murió decapitado. Según varias versiones, cuando Richardson recobró la consciencia, lo primero que vio fue una señal informativa que advertía la distancia que quedaba hasta llegar a un pueblo cercano, la placa rezaba así: Ommen, 666 km. Los números parecen bastante claros y relacionados con La Profecía, pero si os digo que el titulo original de la película es The Omen, ¿que conclusiones sois capaces de sacar?

De todas formas, y como paso con las anteriores películas, parece difícil saber a ciencia cierta el grado de verdad, mentira o exageración publicitaria que puedan tener todas estas desgracias.

Lo que si es cierto es que las tres películas cuentan con una temática idéntica y las tres están salpicadas de sucesos poco normales y, aunque no fueron las primeras películas malditas, ni por supuesto serán las ultimas, el hecho de coquetear con el señor de los infiernos, parece que influyo, no se si realmente o lo hizo en las mentes de los espectadores de la época, a que estas tres joyas del cine de terror sean consideradas películas malditas.