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lunes, 9 de diciembre de 2013

Los Terribles Guerreros De Esparta

Pocas escenas despertaban mayor temor y admiración en la Grecia clásica que la visión de las tropas espartanas. Su presencia se asociaba a la profesionalidad, a la intensa preparación física y mental y a la entrega total, virtudes que encontraban su máximo exponente en la selecta unidad de los hippeis, trescientos hoplitas elegidos anualmente por los éforos o magistrados de entre los esparatiatas mejor preparados para servir como guardia de privada del rey. Los hippeis se disponían en el ala derecha del ejército. Ésta era la más vulnerable, porque sus miembros no contaban con el escudo del compañero para proteger su costado derecho, con el brazo derecho se sostenía la lanza, y con el izquierdo, el escudo, porque solía recibir las maniobras envolventes del ejército enemigo.

El sentido de las flautas y de las trompetas que acompañaba a las filas de los espartanos o lacedemonios no sólo aumentaba su espectacularidad, sino que cumplía un papel fundamental. Según Tucídides, no era un rito religioso más, sino que se trataba de una costumbre que tiene como finalidad que las tropas avancen de forma igualada marchando al compás de la música y no se descomponga así su orden de batalla, cosa que les suele ocurrir a los ejércitos en el momento de marchar al ataque. La música creaba la cadencia de marcha adecuada en la formación hoplítica y, en los momentos clave, en el fragor de la batalla, la música de los trompetas elevaba los ánimos de los soldados hasta limites insospechados.

La imbatibilidad del ejército lacedemonio explica que en 433 a. C., en el inicio de la guerra del Peloponeso, que enfrentó a Esparta y Atenas, Pericles ordenara a todos los habitantes de la región del Ática que se refugiaran tras las poderosas murallas de la capital, Atenas. Pese a las acusaciones de cobardía que recibió el general por rehuir el combate terrestre contra el ejército del rey Arquidamo II de Esparta, muchos atenienses comprendieron la necesidad de centrar sus esfuerzos en la flota, dado que una batalla campal contra los espartanos implicaba una derrota segura.

La gerousia, el consejo de ancianos, era el órgano de gobierno facultado para tomar la iniciativa de emprender una acción militar, que después debía ser aprobada o rechazada por la asamblea de los espartiatas. Competía a los éforos efectuar el reclutamiento entre los espartiatas de edades comprendidas entre los 20 y los 60 años, comenzando, por lo general, por los más veteranos. Al divulgarse la orden de movilización por promociones, los guerreros experimentados ocupaban su posición habitual, mientras que los nuevos rellenaban los huecos de los que habían muerto en la batalla anterior o por causas naturales.

Si los éforos lo estimaban necesario, se constituía una unidad nueva con los reclutas. A partir de la guerra del Peloponeso, en el último tercio del siglo V a. C., la falange espartana reforzó sus flancos con tropas ligeras, sobre todo peltastas (así llamados por la pelta, un escudo de mimbre en forma de media luna) y arqueros, y con un exiguo cuerpo de caballería de unos ochenta jinetes. La movilización se realizaba con celeridad, siempre, eso sí, que no coincidiera con las Carneas.

Estas fiestas dedicadas a Apolo Carneo se celebraban cada verano, la época más habitual para hacer la guerra, y se consideraba impío interrumpirlas por cualquier causa.

Los motivos para emprender una expedición militar eran muy diversos. Podía estar en juego la autonomía espartana, como fue el caso de la batalla de Platea en 479 a. C., donde se destruyó la amenaza persa; podía también tratarse de enfrentamientos para obtener o mantener la hegemonía en Grecia, en especial ante Atenas y Tebas, las principales competidoras de Esparta. Y en varias ocasiones el ejército lacedemonio hubo de reprimir las rebeliones de los hilotas o esclavos mesenios, éstos eran los pobladores de Mesenia, región que los espartanos habían conquistado hacia finales del siglo VIII a. C., y cuya población habían esclavizado. Por último, eran frecuentes las disputas fronterizas con regiones vecinas en el Penopoleso, sobre todo con Argos y Arcadia.

La movilización estaba perfectamente regulada. Si se esperaba que la campaña durase más de quince jornadas, cada soldado debía llevar consigo provisiones para veinte días, estando prohibido que antes de ese plazo adquirieran productos a los comerciantes que se solían acercar a la expedición. La alimentación, basada en pan de cebada, queso y carne salada, era la misma para la tropa, para los oficiales y para el mismo rey. Cada espartiata llevaba consigo sus armas, mientras que un hilota cargaba con su equipaje, con los víveres, con vino y con agua (la mayoría de las expediciones se emprendían al final de la primavera y a partir de esa época los arroyos estaban secos). Por las noches, los guerreros se protegían del frío con sus capas, ya que no dormían en tiendas, sino que yacían al raso o bajo simples cobertizos.

Los animales de carga, los carros y los hilotas formaban el convoy de carga, que contaba con un oficial al frente y que marchaba junto a un nutrido grupo de cirujanos, artesanos, herreros, carpinteros y curtidores que formaban parte del ejército regular, pero estaban exentos de combatir. Llevaban consigo todos los objetos que podían necesitar durante la expedición: instrumental quirúrgico, artilugios para desplazar obstáculos del camino, correas de cuero, filos y recambios para el armamento, puntas de lanza, madera, picos, palas, hachas y, en definitiva, herramientas para realizar cualquier tipo de reparación.

Tras la movilización del ejército, el rey ofrecía un sacrificio a Zeus Agetor (el guía) para conocer si los dioses aprobaban que se emprendiera la expedición. En caso favorable, un oficial recogía el fuego sagrado del altar y lo llevaba consigo durante toda la campaña, lo que aseguraba la protección divina y, de paso, evitaba la engorrosa tarea de encender una llama cada vez que era necesario. En estos ritos se sacrificaban cabras y ovejas, cuya carne serviría para alimentar después a los soldados. Cuando el ejército llegaba a la frontera de Lacedemonia, el rey celebraba un nuevo sacrificio, en este caso dedicado a Zeus y a Atenea, y convocaba a continuación a sus tropas para escuchar juntos los versos del poeta lírico Tirteo, que vivió en el siglo VII a. C. y ensalzó en sus poemas épicos el valor y patriotismo de los espartanos: Un bien común a la ciudad y al pueblo entero es el hombre que, erguido en vanguardia, se afirma sin descanso, y olvida del todo la fuga infamante, exponiendo su vida y su ánimo audaz y sufrido.

Durante la marcha se colocaban al frente de la formación de caballería y los esciritas, recios montañeses del norte de Lacedemonia con armamento ligero, formando una poderosa pantalla que protegía por delante el convoy de carga. La infantería pesada, en dos largas filas que flanqueaban las mulas de carga, el ganado, los hilotas y los no combatientes, componía una masa ingente que se acoplaba a los accidentes del terreno y respondía con inmediatez a las órdenes que transmitían los sonidos de un cuerno. En todas las expediciones había dos éforos que vigilaban que las decisiones del rey se ajustasen al código del honor y la ley.

En ocasiones, como si fuera un duelo individual, los ejércitos enemigos se enviaban heraldos y se citaban en una llanura para combatir. Cuando los lacedemonios llegaban al que iba a ser el campo de batalla, acampaban en el lugar más apropiado, si era posible, allí donde hubiera abastecimiento de agua. El campamento se levantaba con forma cuadrada, siempre que la orografía lo permitiese, colocándose en su interior animales, suministros y esclavos. No se fortificaba el exterior, aunque los esciritas y la caballería hacían constantes salidas a zonas elevadas de los alrededores para vigilar; era evidente que la guardia espartana tomaba más precauciones ante una posible huida de los hilotas que ante un ataque del ejército rival.

Los soldados espartanos mantenían un intenso programa durante el tiempo que estaban acampados. Después de ofrecer el pertinente sacrificio matutino, el rey daba las órdenes del día a sus oficiales, que solían consistir en ejercicios físicos antes del desayuno, revista, relevo en los puestos de vigilancia e instrucción militar; por la tarde competían en ejercicios atléticos, en los que un polemarca (alto comandante militar) actuaba como juez y concedía un premio al vencedor, por lo general carne para la cena; al final de la jornada volvían a cantarse himnos y poemas de Tirteo, y cada uno se marchaba a dormir junto a sus armas y sus compañeros de tienda (syskenoi)..

Al amanecer del día en que se iba a librar la batalla, en ocasiones ya a la vista del enemigo, los hoplitas abrillantaban sus escudos, preparaban sus armas y peinaban con esmero sus largos cabellos, un ritual que tenía una elevada carga simbólica y psicológica. Cuando el inici del combate era inminente se sacrificaba una cabritilla a Artemis Agrótera, la diosa de la caza, y los adivinos examinaban las entrañas ante la atenta mirada del rey, que sólo daría orden de atacar si contaba con el beneplácito divino. Entonces los hombres recibían las últimas instrucciones, los oficiales se colocaban en primera línea de sus formaciones y esperaban a oír la señal de avanzar que daban los trompeteros.

En ese momento, todos los hoplitas entonaban un peán o canto de guerra denominado Canción de Cástor, venerado héroe espartano, que se acompañaba con las melodías que los flautistas tocaban desde su posición entre las filas. Esta escenografía tenía el propósito de atemorizar al rival e infundir coraje y ánimo a los espartiatas, quienes avanzaban de forma acompasada con sus lanzas levantadas al pausado ritmo de la música: el ejército lacedemonio realizaba la aproximación a la línea enemiga con mayor lentitud que sus rivales, según la cadencia armónica que marcaban los flautistas.

Cuando se trataba de un enfrentamiento directo entre espartanos y un sólo ejército rival solía ocurrir que éste se retirara antes de que las dos líneas se encontraran, y esta tendencia sólo cambió a partir del siglo V a. C., cuando comenzaron a ser frecuentes las alianzas militares entre distintas ciudades. Al producirse el choque entre las primeras líneas de un y otro bando, todos los guerreros comenzaban a empujar sobre sus escudos. Cada hoplita presionaba con fuerza sobre la espalda del que tenía delante, mientras que los de las tres o cuatro filas de vanguardia dirigían sus lanzas sobre los hombros de sus compañeros, tratando así, de alcanzar a algunos de los enemigos.

El propósito de la falange era romper la formación contraria, lo que requería un esfuerzo descomunal durante un período de tiempo en ocasiones muy prolongado. Mientras no se produjera la ruptura de las líneas enemigas, los caídos en el combate eran escasos, y los compañeros de detrás cubrían de inmediato los huecos. Cuando los hoplitas de una falange perdían su posición solían emprender la huida, y sólo entonces se producía un número considerable de muertos: para huir debían librarse del peso del escudo, por lo que quedaban expuestos ante el acoso del enemigo.

El ejército espartano, sin embargo, no solía encarnizarse con los rivales derrotados. Según Tucídices, los lacedemonios, gracias a su resistencia, sostienen las batallas durante largo tiempo y con firmeza hasta el momento en que ponen en fuga al enemigo, pero una vez lo han hecho huir, sus persecuciones son breves y a corta distancia. No tenía sentido exponerse innecesariamente después de haber logrado el objetivo, sobre todo si el enemigo disponía de caballería, por lo que el rey ordenaba a los trompeteros que tocaran la retirada, y se procedía a atender a los compañeros heridos y a recoger a los muertos.

A continuación, las tropas espartanas formaban delante de los enemigos caídos y exhibían las armas con las que habían dado muerte. Para que el ejército vencido pudiera retirar sus cadáveres debía enviar un representante y negociar una tregua con el rey de Esparta, lo que suponía la admisión formal de la victoria lacedemonia y la concesión de la reivindicación que motivó la guerra.

Acabado el conflicto, se erigía un trofeo en el campo de batalla que podía revestir varias formas. Una de las mas comunes consistía en cubrir el tronco de un árbol con el casco, la coraza y las armas de los vencidos, aunque cuando la victoria tenía una trascendencia especial se construía un monumento en piedra. En ocasiones se grababan también inscripciones en los escudos de los oficiales enemigos más significados y se guardaban en los tesoros de los santuarios Olimpia y Delfos.

En cuanto a los cuerpos de sus caídos, los espartanos los disponían encima de sus propios escudos y así los trasportaban hasta algún lugar cercano al campo de batalla para darles sepultura y honrarlos con algún epitafio, como el compuesto por Simónides de Ceos para los espartanos que murieron defendiendo el paso de las Termópilas en 480 a. C.: Extranjero, ve y di a los espartanos que aquí, obedeciendo sus leyes, yacemos. Terminados los rituales, el ejército emprendía el regreso y, al llegar a Esparta, hacía una entrada triunfal entre las aclamaciones de los ciudadanos. No habiendo nada  más glorioso que morir en combate, se celebraban homenajes en memoria a los caídos, como corresponde a los héroes; por el contrario, si un espartiata regresaba con vida de una batalla finalizada con derrota, se le despojaba de sus derechos cívicos y se le obligaba a vivir en un estado de exclusión social y de total ignominia.

Para mi amigo Lalo.

viernes, 1 de marzo de 2013

¿Pastilla Roja O Pastilla Azul?



En el S. V a.C., Platón escribió un mito que intentaba describir la ignorancia del hombre, ya que el alma perdía todo detalle de lo que había visto en el mundo de las ideas, o mundo inteligible. Casi 2600 años después, los hermanos Wachowski, con la misma temática, realizan Matrix, película que cautivó a cientos de miles de personas, convirtiéndose en uno de los mayores éxitos cinematográficos del siglo.

Este trabajo de análisis pretende establecer  las semejanzas entre la película y El mito de la Caverna de Platón, donde, en ambos casos, se muestran mundos tan distintos y el mismo tiempo, tan reales.

¿Qué nos cuenta Platón con la utilización de esta parábola?

 Este mito habla sobre prisioneros en una cueva subterránea; privados de su libertad motriz a través de cadenas y cuerdas, ubicados de espaldas a  una fogata, de modo tal que solo pueden contemplar las sombras que ésta proyecta y terminan acostumbrándose a ellas. Al no poder percibir las características reales de los objetos, las sombras se convierten en la única realidad de los presos, ya que no tienen otra manera de ver el mundo.

Platón plantea también que si uno de estos prisioneros se liberara sería obligado a ver la luz del fuego y quedaría impresionado por la misma. Le seria difícil aceptar el cambio o adaptarse a el porque al ver los objetos que provocan las sombras no sabría discernir entre cuales serian los reales y cuales no, si las sombras o el objeto, pero posiblemente seguiría pensando que lo real son las sombras a las que ya estaba acostumbrado. Si a este prisionero se le obligara a salir de la cueva y mirar el sol este quedaría anonadado y poco a poco vería la necesidad de adaptarse a la luz hasta que le fuera posible ver bien.  Sólo en ese momento llegaría entonces a comprender lo que estaría viendo.

Entonces se plantean dos situaciones; la primera, recordaría a sus compañeros y sentiría lastima por ellos; de allí surgiría su deseo de volver a la caverna a contarles y explicarles todo lo que ha visto y comprendido para que ellos también pudiesen liberarse y no seguir viviendo esa mentira. Si sucediera de este modo entonces se plantean dos posibilidades que se burlasen de él y le dijesen que perdió la razón o que lo matasen por intentar liberarles. La segunda, que volviendo a la caverna, estando ya adaptado a la luz y a la verdad, se le nublaran los ojos de tinieblas, teniendo que volver a vivir el traumático proceso de adaptación.

 Las metáforas que se refieren al acto de ver, deben ser traducidas y comprendidas como refiriéndose a las operaciones y objetos del conocimiento. Con la alegoría de la caverna de Platón se explica la realidad diciendo que lo que nosotros percibíamos eran sombras, mentiras, errores producto de moldes o figuras ideales que existían detrás de todo lo que veíamos a nuestro alrededor. Ya entonces existía curiosidad por conocer el mundo de las ideas (Mundo Inteligible) que habitaba detrás del mundo de los sentidos (Mundo Sensible), el que nosotros percibíamos. El conocimiento del mundo de los sentidos era imperfecto, ya que era conseguido a través de éstos, los cuales eran engañosos y distintos para cada individuo. Por lo que la consecución de conocimientos válidos solo podía obtenerse en el del mundo de las ideas, mediante el uso de la razón. También podemos hallar distintos mundos tanto dentro como fuera de la caverna, según lo que explica Platón en el mito de la caverna. 

 Al principio se puede hablar del estado inicial del alma, falta de conocimiento. Cuando se está dentro de la caverna hay un estado de ignorancia, su propia ignorancia, sus pasiones, sus miedos, sus prejuicios, etc. Al salir se enfrentan a la verdad a través de sus propios medios, con todo lo que ello implica, la dificultad de adaptarse, la confusión al ver que lo que ellos creen verdadero no lo es, etc.

 Antes de poder establecer las semejanzas y paralelismos entre el escrito y el filme, debemos saber de qué trata la película en cuestión. He aquí un breve resumen del argumento.

 La historia se desenvuelve en una época cuando las máquinas, a través de la inteligencia artificial, han llegado a apoderarse de la Tierra y dominan por completo sobre la raza humana. Los humanos intentan opacar el poder de las máquinas oscureciendo el cielo impidiendo que estas adquieran energía del sol para su funcionamiento. A raíz de la carencia de energía solar y luz progresivamente se terminan la vida vegetal y animal (con excepción de  los humanos)

 Las máquinas se apoderan del mundo en decadencia y utilizan a los humanos como generadores de energía para poder seguir existiendo. Los humanos son encubados y se les suple de sus necesidades básicas creando también un ambiente metafísico a través de las computadoras llamado Matrix. Este es un programa computacional que  les proporciona un mundo real con el motivo de mantener la mente de los encubados ocupada. Matrix da a los humanos una vida; una identidad, una familia, la posibilidad de vivir en sociedad, etc., siendo todo esto ficticio…

 Cuando esto sucede no todos los humanos son reducidos a calidad de baterías biológicas, algunos escapan y permanecen libres, éstos deben  esconderse para evitar ser localizados por las máquinas y ser incubados, y al necesitar calor para sobrevivir construyen una ciudad al centro de la tierra llamada Zion. Esta ciudad esta habitada solo por humanos que se esmeran en dos cosas; sobrevivir y evitar que las máquinas los encuentre, con el fin de liberar a los demás humanos.

 Por ello se crea un grupo de revolucionarios que se vale de artimañas cibernéticas para liberar a la mayor cantidad de humanos posible. La liberación la llevan a cabo siguiendo una serie de reglas entre las cuales ven como importante no liberar a mentes maduras por el riesgo a la imposibilidad de adaptación al cambio.

 Utilizando tecnología son capaces de conectarse y desconectarse de la matriz, o lo que es lo mismo, se convierten en un virus de la misma. Para los cuales las máquinas crean los antivirus llamados Agentes, quienes intentan combatir a los revolucionaros en su lucha por la libertad.

 Los revolucionarios deben de salir de Zion por medio de sus naves e incursionarse hacia las demás capas de la tierra, siempre evitando la superficie donde se encuentra la cuidad de las maquinas. Las máquinas desean encontrar donde se ubica Zion para así exterminar a los humanos, pero no saben cuales son los códigos de acceso a la ciudad. Con esta determinación, envían a los centinelas, a que busquen a las naves de los rebeldes y las destruyan antes de que estas cumplan su cometido de liberar a algún humano.

 Si lo analizamos detenidamente, podemos lograr establecer una relación entre el famoso mito del filósofo, con la taquillera pero también implícitamente, filosófica película Matrix, donde, en ambos casos, se hace referencia a una posible falsa realidad. Con la alegoría de la caverna de Platón se explicaba la realidad diciendo que lo que nosotros percibíamos eran sombras, mentiras, errores producto de moldes o figuras ideales que existían detrás de todo lo que veíamos a nuestro alrededor. El conocimiento del mundo de los sentidos era imperfecto, ya que era conseguido a través de éstos, los cuales eran engañosos y distintos para cada individuo. También podemos hallar distintos mundos tanto dentro como fuera de la caverna, según lo que explica Platón en el mito de la caverna. De esta forma, podemos observar las dos situaciones de un punto de vista del conocimiento y de muchas otras cosas que podremos ir descubriendo.

 Al principio se puede hablar del estado inicial del alma, con una natural e intrínseca falta de conocimiento. Cuando se está dentro de la caverna hay un estado de ignorancia, y subyacente a esta, una falta de entendimiento de su propia ignorancia, sus pasiones, sus miedos, sus prejuicios. En primera instancia, las sombras de la caverna son las ideas vagas que tenemos de nosotros, como se ve al protagonista de la película, Neo, que al escoger la pastilla que lo lleva afuera de Matrix empieza a descubrir todo el mundo falso en el que vivía. Los recuerdos de su vida eran como las ideas vagas que tenia de él mismo, se preguntaba muchas cosas que no podía creer que fueran falsas, o por qué no fueran otras reales, como ocurre cuando este pasa por la puerta del restaurante y comenta que en ese lugar se comen las mejores pastas, después de haber comido una especie de pasta blanca en la nave, que podría haber sido cualquier tipo de comida. Así, las ideas que tenia Neo sobre este mundo falso, Matrix, o en caso de Platón, de la caverna, que era donde vivía la gente corriente, es decir, donde vivimos nosotros, no se las podía creer ni asimilar hasta que Morfeo le hace entender todo lo que pasaba a su alrededor.

 Nos podemos ir dando cuenta que, al mismo tiempo, tanto en la alegoría de la caverna como en la película Matrix, existen dos mundos. Uno de ellos es el mundo sensible, que sería un mundo falso, ficticio, es donde viven los prisioneros de la caverna, esta realidad no es sino una sombra. Es este mundo donde viven los hombres comunes, en donde en un principio de la película vivía Neo, era el mundo del que se percata cuando regresa a Matrix para hacer las pruebas a las que es sometido por Morfeo y es capaz de ver que antes vivía en un mundo ficticio, cosa que le cuesta creer, lo que le lleva a amenazar a los que en realidad le intentan revelar la verdad e incluso a rozar la locura. En la alegoría del filósofo se ven utensilios artificiales, que representan las cosas físicas, materiales y artificiales. Podemos fijarnos en la escena de la película en la que el protagonista está con Morfeo y tiene que saltar de un rascacielos a otro con un salto enorme y Neo, al no conseguirlo, cae, pero sorprendentemente no le ocurre absolutamente nada, solo se hace una pequeña herida en el labio, nada peligroso. De esta escena emana una enseñanza dualista más: el cuerpo no puede vivir sin la mente. En la película se muestran muchas escenas que se pueden dar como ejemplo del mundo sensible platónico.

 El otro mundo que existe tanto en el mito como en la caverna es el mundo inteligible. Un mundo verdadero, un mundo que sólo puede ser captado a través de la inteligencia, de los conocimientos, de la razón. Hay que darse cuenta del cambio radical que existe entre un mundo y otro. En la película el más claro ejemplo es la ciudad de Zion, donde viven las personas que pertenecen el mundo inteligible, las almas ya liberadas que con anterioridad estaban conectadas para nacer en Matrix, ignorantes desde un principio e instalados en los campos de alimentación de las máquinas, viviendo una vida normal en el programa de Matrix, el programa de las sombras de la caverna de Platón. Zion nunca aparece en la película, detalle en el que se podría deducir  que, aunque no sea visible al público, existe, al igual que el mundo inteligible.

 Todo este argumento cambia de forma radical por el descubrimiento de las ideas, tanto en la película como en el mito, como cuando Neo descubre que es el elegido y descubre nuevas ideas; en la alegoría, cuando al salir de la caverna descubre nuevas ideas y adquiere mayor conocimiento.

 Finalmente, se pueden representar tanto en Matrix como en el mito de la caverna, la ignorancia y el conocimiento; en la película se pude ver antes que Neo descubriera la esencia de Matrix, como él era un ignorante, un desconocedor de lo que realmente ocurría. Es decir, sabía que ocurría algo, pero no sabía bien qué era ni dónde estaba o cómo ocurría. En la alegoría, los hombres encadenados en la oscuridad ignoran lo que ocurre tanto dentro como fuera de la caverna. Y con respecto al conocimiento, en la película, Neo descubre nuevas ideas con ayuda de Morfeo, cuando conoce Matrix, todo su nivel de conocimiento se eleva y se sigue desarrollando. En la alegoría, el esclavo al salir de la caverna representa ideas, descubre lo que es la verdad, que siempre ha estado ahí y va a estar ahí por siempre.

 He aquí las cinco analogías fundamentales entre la película y la obra del filósofo ateniense:

 Primera. En el mito de la caverna los hombres permanecen atados de piernas y brazos percibiendo las sombras de los objetos que pasan detrás de ellos. En Matrix, la gente permanece dentro de unos enormes cultivos de personas en los que están dormidos, proyectando en sus mentes imágenes, sentimientos y situaciones suministrados por Matrix. Ellos creen que ésa es la realidad, su verdadera vida, en medio de la sociedad del siglo XX, una realidad que sólo son impulsos bioeléctricos enviados por las computadoras para mantener las mentes ocupadas y, a través de ello poder brindarle energía a las máquinas para su subsistencia.

 La relación está en que, en ambos casos, los humanos viven un mundo ficticio creyendo que es el real.

 Segunda. En el mito de la caverna, un hombre es sacado del lugar en que está y es enfrentado a la luz verdadera (la del sol), a los objetos que proyectaban las sombras, es decir, al mundo real, al principio, rehúsa creerlo, con el paso del tiempo, comienza a adaptarse, pero sigue confundido, le cuesta asimilar que su pasado es irreal. En la película, Neo es desconectado de Matrix y le es enseñado el mundo real.

Al igual que en el mito, Neo se rehúsa a creerlo, al principio cree que le están engañando, le duelen los ojos, porque nunca había visto con ellos, sino con la mente, y, poco a poco, comienza a adaptarse al nuevo mundo que le ha sido mostrado.

 Tercera. En la caverna el prisionero que es liberado puede  apreciar la verdadera realidad, queriendo luego contarles y liberar a los que son prisioneros aún, y en la película lo mismo es reflejado cuando Neo decide volver a la Matrix para poder liberar al resto de la humanidad.

 Cuarta. En el mito de la caverna el hombre que se enfrenta al mundo de la luz, tiene que olvidar todos sus prejuicios, recuerdos y dogmas para  poder creer que lo que conoce ahora es lo verdadero, y en la escena del salto desde la azotea, Morfeo antes de saltar le dice a Neo que debe olvidar todo el pasado y convencerse de la realidad, y de que puede lograr el gran salto.

 Quinta.  En el mito de la caverna, se hace alusión a que si el liberado decidiera liberar a los demás apresados, éstos, se acriminarían contra él, y tratarían de matarlo. En Matrix, Cifra trata de matar a Neo, porque era él elegido para liberar a quienes estaban en Matrix y él, quería volver a ella, olvidarlo todo, y tener una vida feliz.

 Juguemos, por un momento, para poder realizar la analogía, a que Neo, es el liberado y Cifra los demás hombres de la caverna, quienes, según Platón, matarían a éste hombre en su intento por liberarlos.

 Si existe una verdadera esclavitud es la ignorancia, ésta nos aprisiona, nos encierra, limita nuestros horizontes y no nos permite alcanzar la verdad. La ignorancia más delicada es no saber quiénes somos realmente.

 En la alegoría que Platón mostró en su mito de la caverna los símbolos son claros: la caverna es el lugar del mundo sensible (todo aquello que percibimos con nuestros cinco sentidos), las apariencias, las realidades derivadas y por tanto degradadas. Los hombres están encadenados por su ignorancia, que sólo les permite tomar el mundo de los objetos materiales por única y total realidad, desconociendo su origen, su fuente de realidad, su esencia. El conocimiento implica liberarse de esta baja ilusión, pero también advierte que es doloroso: duele acostumbrarse a la luz de la verdad; es difícil el camino que libera de la ignorancia, y sobre todo, se recorre solo, sin ayuda de nadie salvo inspirado en algún otro que se atrevió a romper sus cadenas y en quien creemos, pero aún así, el sendero es solitario. Sin embargo, la recompensa justifica todo esfuerzo, donde el camino ascendente lleva a la contemplación de la verdadera realidad: el sol, que simboliza la idea máxima, la idea del Bien Supremo y también fuente original de todo lo que fue, es y será.

 En términos generales habla de la educación como un ambiente cerrado, con un entorno falto de complejidad, sin estímulos culturales e imaginativos.

 Si nos situamos en la actualidad, podríamos decir, que la masa hoy no se cuestiona, simplemente se limita a aprender y aceptar lo que le ha sido enseñado como verdad absoluta, que en el caso escolar es limitarse mediocremente a aprender lo que el ministerio, la iglesia, la moral, las buenas costumbres y la tradición nos indica, convirtiéndonos así en hombres encadenados dentro de una caverna.

 Concluyendo, después de haber analizado Matrix de los hermanos Wachowski y El mito de la Caverna de Platón me he dado cuenta de la clara relación existente en los argumentos de ellas, abarcando las dos, el tema de la ignorancia general en cuanto a la verdadera realidad.

 Para mí este trabajo significó creer en la posibilidad planteada por Platón de la existencia de un mundo superior y llevando esa duda a la escena de la película creemos sin duda en que si estuviéramos frente a Morfeo tomaríamos la pastilla roja, a pesar de lo duro que puede ser enfrentar la verdad.