¿Qué hace
ADN de hombres en el cerebro de mujeres?
¿Cómo
llego al cerebro?
¿Es común
encontrar ADN extraño en células y tejidos de mujeres?
Se cree
que estos cúmulos de ADN masculino provienen del feto, que atravesó la barrera
inmunológica placentaria y llego a establecerse en la madre durante el
embarazo. El estudio involucró casi 60 mujeres que murieron entre 37 y 100 años
de edad (en promedio a los 70 años). Varias zonas del cerebro fueron
investigadas incluyendo: Lóbulos frontal, parietal, temporal, occipital,
giro cingulado, hipocampo, amígdala, caudato, glóbulo palladium, tálamo, médula
espinal y cerebelo.
Sorprendentemente
se encontró ADN masculino en la gran mayoría estas zonas. Inicialmente era
difícil saber si este ADN masculino provenía de células cerebrales intactas y
funcionales o provenía de células muertas o fracciones nucleares de estas
células. Por lo que los investigadores tiñeron de diferente color el ADN de
hombres y de mujeres en tejido intacto usando hibridización in situ de
fluorescencia que permite ver el material genético sin perturbar a las células.
Según
otros estudios en ratones, este material genético extranjero masculino se integra a las
células cerebrales femeninas y funcionan como células nerviosas. Hasta
ahora solo se habían encontrado células de feto en la sangre y varios tejidos
(hígado y pulmón) de la madre. Este hecho demostrado y conocido, al
menos a nivel científico y denominado como quimerismo, viene a explicar
porque el cuerpo de la madre no tiene una respuesta inmunológica de rechazo,
ante un ADN ajeno a ella, al menos a medias, pues el feto, comparte información
genética con el padre, por lo cual, el organismo podría reaccionar con el mismo
rechazo que en ocasiones se observa ante órganos transplantados o médula espinal. Así pues, resulta impactante es encontrar
ADN masculino en el cerebro, pues la barrera entre el cerebro y la sangre es
sumamente rigurosa y nadie hubiera esperado que células del feto pudieran
cruzar y establecerse en el cerebro de la madre. Otro punto igualmente
sorprendente es que este material genético extraño permanece en los tejidos de
la madre hasta su muerte, acompañándola durante toda su vida.
Ahora
podemos suponer que si una madre tiene material genético masculino proveniente
de su hijo varón es igualmente probable que contenga material genético de sus
hijas. Esto es más difícil de comprobar pues es más fácil diferenciar ADN de
hombres versus mujeres que entre dos mujeres, debido a la presencia del
cromosoma Y, que delata el origen masculino del gen en cuestión.
Este
descubrimiento conlleva a varias hipótesis:
a)
¿Es posible que ADN foráneo también esté presente
en cerebros de gemelos (puesto que compartieron el mismo útero)?
b)
¿Acaso hijos de una misma madre puedan tener ADN de
sus hermanos (el ADN que dejaron otros hijos mientras ocupaban el útero materno
se queda a vivir con la madre) y podría pasarse al siguiente bebe?
c)
¿Podría esta presencia de ADN de los hijos en los
cerebros de sus antecesoras, explicar los extraños e inquietantes casos de telepatía, visión remota o precognición, que hasta ahora sólo figuraban eso sí, con amplitud, en los catálogos de Parapsicolgía?
Algo mas
intrigante es averiguar si células de varias generaciones se mezclan en una
misma persona, es decir en teoría una madre tiene células propias, de su madre
y de su bebe, así el bebe podría heredar células de su abuela.
Dejad
ahora que os ilustre, con una historia poco contada, si se os ocurre, que en el asunto que tratamos, he pasado del
más muro materialismo, a la más surrealista metafísica. Lo que antes era sólo
magia, en un abrir y cerrar de ojos pasa a ser ciencia, este es un hecho que se ha repetido durante
toda la historia de la humanidad y debería bastar para abrir las más inamovibles mentalidades. Ahi va la historia...
Durante la Segunda Guerra Mundial, un médico de campo fue, por necesidades que escapaban a sus deseos, encargado de repartir el correo entre su batallón. Este regimiento, aún no había entrado en contienda, de modo que los días transcurrían con relativa tranquilidad. En otras circunstancias más beligerantes, en el momento de recibir el correo, este se habría repartido con la mayor urgencia, ya que la vida era efímera entre los lodos de las trincheras de las primeras líneas del frente, pero como este no era el caso, el improvisado cartero, tenía como costumbre, retener el correo con la intención de entregarlo a primera hora del día siguiente. Lo inesperado entonces ocurrió una infortunada noche. El frente fue sobrepasado y el regimiento del médico se vio envuelto en la cruenta batalla. Cuando pudo al día siguiente, el consternado médico, comenzó a entregar el correo, pero no pudo entregar una de las cartas, el soldado al que iba destinado la carta había caído en las trincheras durante la noche. Apesudambrado, abrió la carta con intención de poder hallar al remitente y escribir una disculpa por no poder haber entregado esa carta a tiempo. Lo que encontró en su interior le llenó de estupor. En la carta, escrita por una madre, ésta venía a expresar a su hijo su profunda inquietud por la vida de aquel, porque aún sabiendo que el regimiento donde éste se encontraba, estaba lejano al frente de guerra, durante dos noches seguidas, había despertado sobre las dos de la mañana, sobresaltada y con el firme presentimiento de que algo malo le pasaba o le iba a pasar. Esa fue, baste decir, la justa hora en la que su hijo, la noche anterior, había resultado muerto por un perdido obús, malogrando así la entrega del correo. El hecho, despertó y conmovió tanto la vida de este médico, que este comenzó a recabar mil datos diferentes acerca de sucesos parecidos y fue el motor del invento que más tarde le haría mundialmente famoso, aunque estas cosas no se cuenten en las enciclopedias dónde se le nombra por idear la máquina de electroencefalografía.
Durante la Segunda Guerra Mundial, un médico de campo fue, por necesidades que escapaban a sus deseos, encargado de repartir el correo entre su batallón. Este regimiento, aún no había entrado en contienda, de modo que los días transcurrían con relativa tranquilidad. En otras circunstancias más beligerantes, en el momento de recibir el correo, este se habría repartido con la mayor urgencia, ya que la vida era efímera entre los lodos de las trincheras de las primeras líneas del frente, pero como este no era el caso, el improvisado cartero, tenía como costumbre, retener el correo con la intención de entregarlo a primera hora del día siguiente. Lo inesperado entonces ocurrió una infortunada noche. El frente fue sobrepasado y el regimiento del médico se vio envuelto en la cruenta batalla. Cuando pudo al día siguiente, el consternado médico, comenzó a entregar el correo, pero no pudo entregar una de las cartas, el soldado al que iba destinado la carta había caído en las trincheras durante la noche. Apesudambrado, abrió la carta con intención de poder hallar al remitente y escribir una disculpa por no poder haber entregado esa carta a tiempo. Lo que encontró en su interior le llenó de estupor. En la carta, escrita por una madre, ésta venía a expresar a su hijo su profunda inquietud por la vida de aquel, porque aún sabiendo que el regimiento donde éste se encontraba, estaba lejano al frente de guerra, durante dos noches seguidas, había despertado sobre las dos de la mañana, sobresaltada y con el firme presentimiento de que algo malo le pasaba o le iba a pasar. Esa fue, baste decir, la justa hora en la que su hijo, la noche anterior, había resultado muerto por un perdido obús, malogrando así la entrega del correo. El hecho, despertó y conmovió tanto la vida de este médico, que este comenzó a recabar mil datos diferentes acerca de sucesos parecidos y fue el motor del invento que más tarde le haría mundialmente famoso, aunque estas cosas no se cuenten en las enciclopedias dónde se le nombra por idear la máquina de electroencefalografía.
Su nombre
era Hans Berger.