La casa número 112, en Ocean Avenue, Amityville, N. Y., es una casa grande de 3 pisos, con tejas oscuras y fachada blanca laminada, una casa de estilo neocolonial holandés. Dispone de un jardín amplísimo, con piscina y un pequeño embarcadero. El día 13 de Noviembre del año 1974 la familia DeFeo al completo, fue asesinada miestras dormía plácidamente por el hijo mayor, Ronald. El 18 de Diciembre del año siguiente, la familia Lutz adquirió la vivienda, teniendo que abandonarla tan sólo 28 días, después del desencadenamiento de los que son, unos de los sucesos paranormales más famosos de la historia.
Pero comencemos por el principio, quizás el origen de todo lo que acontecería más tarde. Todo se inicia con la masacre de la familia DeFeo, ocurrida en la hacienda, víctimados todos por el hijo mayor del matrimonio. El 13 de Noviembre de 1974, Ronald (conocido como Butch), de 24 años, toma un rifle de gran calibre y alrededor de las 3:15 horas de la madrugada, asesina fríamente a todos lo miembros de su familia mientras duermen en sus camas. Las víctimas fueron Ronald DeFeo padre, de 44 años, Louise DeFeo, la madre, de 43 años, y todos sus hermanos, Dawn de 18 años, Allison de 13 años, Mark de 12 años y John, de tan sólo 9 años. Todos, yacientes boca abajo, con los brazos en cruz, detrás de la cabeza, salvo la madre, muerta de un disparo a bocajarro en la cabeza. Después de acabar con todos, Ronnie tomó la ropa manchada de sangre, la funda del rifle, las balas de ésta y dentro de una funda de almohada la arrojó a una alcantarilla donde fue encontrada por la policia, días más tarde. Tras hacer esto, se dirigió a un pub local que frecuentaba llamado The Witches' Brew y le dijo a un camarada que trabajaba allí, llamado Joe Yeswit, que alguien había entrado en su casa y disparado a su familia. Ambos se dirigieron a la casa y de camino llamaron a la policía avisando de que había habido un tiroteo. Tras el informe policial, Ronald fue declarado principal sospechoso de los sucesos, al ser el único miembro de la familia que no había sido asesinado, siempre mantuvo que tuvo que salir pronto de casa, para adelantar trabajo, pero las horas en las que se perpetraron los asesinatos y las que él una y otra vez repetía, hacían que su coartada se tambaleara. Fue finalmente arrestado y condenado, por 6 asesinatos en segundo grado a cadena perpetua, en su defensa, dijo que unas voces que él escuchaba en su casa, le habían obligado a cometer los asesinatos. El tribunal desestimó los alegatos de DeFeo, pues sabía de los pequeños hurtos y delitos que había cometido, así como de sus múltiples coqueteos con las drogas.
El 18 de Diciembre de 1975, la familia Lutz, adquiere la vivienda. George tenía por aquel entonces 30 años, era el padre de familia y poseía una empresa de análisis topográficos. Entre Julio y Noviembre, junto a su esposa Kathy había visitado cerca de 50 casas, hasta que se decidieron a probar suerte en Amityville. Un precio entre 30.000 y 50.000 dólares, era el baremo que se habían marcado en cuanto a desembolso económico, así como que estuviera cerca del mar y con suficiente amplitud como para transladar allí la oficina de George. En la inmobiliaria Conkin, de Massapequa Park, Lutz habló con la agente Edith Evans. A las tres de la tarde partió con ella, pero esta, le inquirió a ver una casa especial, aún sin saber exactamente que era lo que la familia estaba buscando con exactitud. En el momento en que la vieron y a pesar de que la agente les informó sin dilación de que se trataba de la casa de los DeFeo, se quedaron absolutamente prendados con ella, observaron un curioso en ese momento detalle, todas las ventanas de las casas vecinas que daban a la casa estaban cerradas a cal y canto. A pesar de no ser anunciada, la casa estaba perfectamente descrita en las oficinas de la inmobiliaria: amplia casa de estilo colonial holandés, zona residencial, 6 dormitorios, espacioso cuarto de estar, magnífico comedor, atrio cerrado, 3 cuartos de baño, sótano, garaje para dos vehículos, piscina de agua caliente y amplia casa para botes. 80.000 dólares. El precio les pareció erróneo. Y se quedaron inmediatamente con ella, porque a pesar de salirse de su presupuesto inicial, se había convertido ya en la casa de sus sueños. Después de todo, los fantasmas no matan, las casas tampoco, sólo matan las personas, comentó George, y días más tarde se trasladaron a la nueva vivienda junto a los hijos del anterior matrimonio de Kathy: Christopher, Danny y Missy. Junto a la entrada de la casa, se podía leer un cartel colocado allí por la antigua familia, en el habían escrito en preciosa caligrafía de Nueva Inglaterra, High Hopes, grandes esperanzas.
Desde el primer día, los Lutz, afirmaron que ya sucedieron cosas extrañas. Pidieron al padre Pecoraro que bendijera la casa y en una de las habitaciones, oyó como le gritaban: ¡fuera de aquí!, algo que le estremeció profundamente, rechazando el ofrecimiento de los inquilinos de permanecer más del tiempo necesario en impartir la bendición, quedándose a almorzar junto a la familia. Además de sacerdote, el padre Pecoraro era juez y psicólogo, lo que le hizo no perder en ningún momento la razón con todo lo acontecido en el 112 de Ocean Avenue, a pesar de ello jamás consintió volver físicamente a la casa maldita, pues sufrío agresiones físicas desde el principio. Cuando llamaba a la casa de los Lutz, preguntando por el deteriorado estado en que se encontraba la familia, sus manos se llenaban de ampollas, unas ampollas que luego adquirian el aspecto de auténticos estigmas. Como sacerdote, no desconocía las eviencias de contacto con lo demoniaco, que se traducian en numerosos accesos en los que la casa dónde vivía se llenaba de un olor náuseabundo a muerte o excrementos, además de sufrir numerosos accidentes cuando trataba de acercarse a la casa de maldita con su vehículo. Tras la marcha del sacerdote, la familia comenzó con la mudanza y a las 23:30, se acostaron por primera vez en la que era ya su nueva casa. George, pasó todo aquel dia, y todos los que vinieron después, alimentando la caldera con leña recien cortada, pues a pesar de comprobar una temperatura adecuada en el termóstato de la caldera, sentía siempre un frío glacial. Ya de madrugada, despertó violentamente por un fuerte golpe en la puerta principal, se levantó de un salto. Abrió la puerta pero allí no había nadie, pero se extrañó al oir los ladridos de su perro en el patio trasero de la casa, cuando llegó observó las puertas del cuarto de botes que había al lado del embarcadero, abiertas de par en par y golpeando entre sí, a pesar de estar seguro de haberlas cerrado bien aquella tarde. Eran las 3:33 de la madrugada y era sólo la primera noche que despertaría exactamente a la misma hora. Cuando se levantó por la mañana, presa de ese extraño frío que le helaba hasta los tuétanos, se decidió a revisar todas las puertas y ventanas de la hacienda. Cuando llegó a la habitación de costura de la casa, se sorprendió de ver una de las ventanas de esta salita llena de moscas, cientos de ellas, a pesar de estar en pleno invierno. Mató todas las que pudo y el resto las espantó a través de la ventana. Esa misma noche, despertó a la misma hora que el día anterior, por un fortísimo golpe de nuevo, al bajar al piso inferior para ver que había ocasionado semejante ruido, encontró la puerta de la habitación de costura dando fuertes portazos, y la puerta principal abierta. Cuando se dirigió a cerrarla, pudo contemplar estupefacto que esta había sido arrancada de su goznes, sin ser forzada aparentemente por fuera, es más, todo parecía indicar que el forzado de la cerradura se había producido desde el interior. Al día siguiente, llamó a un cerrajero, las rutinas de los primeros días de mudanza de cualquier familia, continuaron sin novedad, hasta que cayó la tarde...
Kathy y George se encontraban en el sótano, estaban colocando alimentos y conservas en la alacena que decidieron utilizar como pequeña despensa, en ese momento, uno de los tablones se movió, movidos por una creciente curiosidad, empujaron más y más el tablón hasta que este finalmente cedió, lo que vieron les dejóo absolutamente absortos. Ante ellos, apreción un pequeño cuarto, de aproximadamente 1.50 por 1.20 metros, pintado de arriba a abajo de rojo, incluidos el techo y el suelo, en el centro de la habitación había un agujero, entrada a un pozo que parecía sellado por el nauseabundo olor que desprendía. Con sorpresa, comprobaron que el cuarto no aparecía en los planos de la vivienda. Más tarde, George pudo saber que Ronnie DeFeo había practicado, extraños rituales y sacrificios de animales, perros y cerdos, en ese pequeño cuartito, deshaciendose de los cuerpos en ese oscuro y negro agujero. Butch, despertó a sabiendas o no, algo allí, algo demoníaco que sustituyó sus aposentos plutonianos, por los de la familia DeFeo primero, y luego por los de los Lutz.
En dos ocasiones el ser demoníaco que habitaba la casa, se monstró tal y como era, la primera fue el mismo día en la que la familia Lutz entró en su nueva casa, encendieron la chimenea y pudieron observar como un horrible rostro aparecía entre las llamas, un rostro que quedó grabado en forma de hollín en el fondo de la chimenea. La segunda, significaría el último momento que los Lutz pasarían en aquella vivienda de pesadilla, la noche del 10 de Enero, los niños despertaron a gritos a sus padres diciendoles entre lágrima que debajo de su cama había un monstruo, al salir, el matrimonio vio horrizados una figura blancuzca y horrible que salía del cuarto de sus hijos. Sin ni tan siquiera vestirse, sin recoger ni uno sólo de sus objetos personales, salieron a toda prisa de la casa, para no volver nunca jamás. No obstante, este ser demoníaco, convivió con ellos todo el tiempo, pero adquiriendo otra forma, una que fuera, de alguna forma, menos intimidante, al menos para con los niños y en especial con la pequeña Missy, por la que el demonio sentía predilección y se comunicaba, adoptando la forma de un cerdo. Missy, lo llamaba Jodie, y todos los miembros de la casa pudieron verlo en alguna ocasión con tremenda inquietud.
El primer incidente ocurrió una mañana, Kathy subió para ver como se encontraban los niños y vió salir a Missy de lo que llamaban la sala de costuras, ¿qué hacía la niña allí? La niña no pareció verla, entró en su habitación y mirando a través de la ventana dijo: ¿no es preciosa la nieve Jodie? Kathy le preguntó inmediatamente con quién estaba hablando, la niña le contestó que era un cerdito que era su amigo y siempre estaba con ella, pero que nadie podía ver. Esa misma noche, George se despertó como todos los días a las 3:33 de la mañana, de nuevo fuertes portazos en el cuarto de botas, salió al jardín cerró las puertas del pequeño cuarto y al volver a la casa vió algo que lo dejó paralizado. A través de la ventana del piso superior, vió a su hija Missy que lo observaba fijamente desde su ventana, lo que le horrorizó realemente no fue ese hecho, sino ver detrás de ella, con sus pezuñas delanteras sobre los hombros de la niña, la silueta de un enorme cerdo. Sin perder un instante, subió al cuarto de su hija y con total estupefacción comprobó que su hija dormía plácidamente en la cama. Una noche, mientras los niños ya dormían y la pareja se encontraba en la sala de estar, junto a los leños, George y Kathy comenzaron a repasar los hechos que estaban ocurriendo en la casa, Kathy se confesó muy asustada y sintió deseos de abrazar a su marido, cuando fue a hacerlo, quedó paralizada y sólo pudo gritar mientras se llevaba las manos a la cara para tapar sus ojos. Cuando George se giró para mirar que había visto su mujer, pudo distinguir que detrás de la ventana de la habitación se veían unos ojillos rojos que les miraban. Rápidamente salieron al jardín y pudieron distinguir con perfección las huellas en la nieve de lo que parecía ser un cerdo, de al menos 100 kilos. Otro día, Missy se encontraba en su habitación hablando y canturreando, cuando Kathy entro en la habitación pudo ver como la mercedora de la niña se movía sola, la madre le pregunto a la pequeña con quien estaba hablando, Missy le respondio que con Jodie y además le conto lo que le había dicho. Jodie le había contado a la niña, que Kathy no le gustaba y que en aquella estancia había vivido un niño que enfermo y murió y que ella se quedaría con él y con el niño para siempre. Cuando la madre escucho el relato de la niña, quedó horrorizada y le preguntó a Missy por dónde se había ido Jodie, la niña indicó con el dedo el jardín a través de la ventana, cuando Kathy miró la parte de detrás de la casa pudo ver un enorme cerdo en la nieve que emitía un terrible gemido mientras contemplaba a ambas. La madre se puso histérica al momento y comenzo a gritar, lo que hizo que George subiera raudo las escaleras y viera junto a ellas al bestial cerdo, presa de una furia incontrolada tomo una silla y la arrojó por la ventana, el cerdo huyó despavorido. Los sucesos paranormales que se dieron durante la estancia de la familia Lutz en la casa, fueron variados e incontables. Desde la aparición de sustancias ectoplasmáticas, muestras de materializaciones fantasmales, hasta incidentes polstergeist, como desapariciones de dinero, objetos que aparecían y desaparecían o extrañas marcas de mordeduras alrededor de los tobillos que se monstraban con frecuencia en los miembros de la familia. La madrugada del 8 de Enero, no pudieron resistir estar ni un segundo más en esa casa. Todos los hechos fueron dolorosamente recogidos por el matrimonio Lutz, los cuales se obligaron a sí mismos a llevar un seguimiento de los sucesos que vivieron durante los 28 días de estancia en la que se convirtio en la casa de sus pesadillas, así que debemos tomarlos como firme realidad. Inconscientemente, Kathy y George fueron confirmando las sensaciones y sucesos que cada uno habían experimentado en el 112 de Ocean Avenue, incidentes que fueron a su vez confirmados por otros testigos totalmente imparciales, desde el padre Pecoraro a numerosos oficiales de policía de Amityville. Pero quizás el hecho más relevante, aunque pueda ser considerado como meramente circunstancial, sea que se necesita mucho más que un exceso de imaginación para abandonar una hermosa casa de 3 plantas, sotano, piscina y embarcadero, una madrugada sin ni siquiera recoger ni un sólo objeto personal.
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