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jueves, 10 de febrero de 2011
Que Suene Un Blues Para Gary
Desde el pasado domingo día 6 de febrero, el cada vez más reducido mundo del blues está de luto. La muerte de Gary Moore, de 58 años de edad, en un hotel de la localidad malagueña de Estepona de un ataque al corazón, supone el adiós de uno de los más famosos embajadores de un género esencial en la música popular de los últimos 150 años. El domingo se perdió, a un guitarrista de amplias dotes. Moore formó parte de esa perdida generación de músicos europeos que en los años sesenta, en plena eclosión del rock, admiraron desde jóvenes con devoción, las esencias del blues americano que cruzó el Atlántico y experimentaron una y otra vez, sobre sus bases rítmicas, sirviendo de base a una ampliación de sus horizontes estilísticos, aún a riesgo de desvirtuar en muchas ocasiones el espiritú de los pioneros negros.
Gary nació en Belfast, Irlanda del Norte, y era quizás el guitarrista irlandés más conocido del mundo, gracias a sus numerosas colaboraciones con verdaderos monstruos del blues como B. B. King o Albert Collins, dos de sus admirados maestros, y a su pertenencia fugaz pero largamente recordada en Thin Lizzy, la banda de raices blues más fascinante de la escena irlandesa. Su carrera en solitario, a partir de entonces, está llena de altibajos y experimentos varios, fue reconocida sobre todo por sus siempre aplaudidos directos y discos más que notables, como Victims Of The Future, Still Got Blues o After Hours.
De la escuela británica de guitarristas amantes del blues, como Eric Clapton o John Mayall, Moore siempre tuvo como referencia a los padres afroamericanos del género, pero su influencia más directa y reconocible siempre fue Peter Green, guitarrista de Fleetwood Mac. Como Green, no destacaba tanto por su fraseo rápido a lomos de su guitarra, sino más bien por su enorme expresividad, donde no había problemas para las recreaciones sin perder el sentido del ritmo.
Con la cabeza siempre llena de discos de blues, Moore, que se aficionó a la guitarra con no más de siete años, mientras acudía al salón de baile que regentaba su padre, no era aún mayor de edad cuando comenzó su carrera profesional al entrar a formar parte de Skid Row, grupo en el que el guitarrista de Belfast, conoció a Phil Lynott, futuro líder y fundador de los anteriormente mencionado y míticos Thin Lizzy. La salida de Eric Bell de Thin Lizzy permitió que Lynott llamara a filas a Moore, que pudo dejar su huella en las cuerdas en el tema Still In Love With You, una de las baladas más emotivas de la banda. Pero Moore, siempre espiritú inquieto y deseoso de manejar su futuro profesional, estaba llamando a hacer carrera en solitario, aunque fue reseñable su intento de tocar dentro de una banda cuando se unió al grupo BBM junto a Jack Bruce y Ginger Baker, base rítmica de Cream.
Durante años, Moore se postuló como un guitarrista aficionado a diversos estilos, desde el heavy rock hasta la música celta, que le llevaron en numerosas ocasionas por senderos, digamos, demasiados pantanosos para el éxito comercial. Sin embargo, no quiso dejar de reivindicar su pasado blues y, de esta forma, bajo una etiqueta promocional de bluesman universal, un tanto cargante, todo hay que decirlo, publicó en 1990 el destacadísimo Still Got The Blues (con las colaboraciones de Albert Collins, Albert King y George Harrison) o, en 2001, Back To The Blues. En la última década, su figura había ya adquirido talla de maestro en Reino Unido y buena parte de Europa, donde siempre gozó de más reconocimiento que en Estados Unidos.
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