Es este sin duda, un tema realmente asombroso y fascinante. El del cine maldito, películas que, por una u otra razón han traído desgracias y rodajes que han resultado caóticos y desesperantes para los integrantes de los equipos cinematográficos. Es un tema, no obstante, difícil de investigar.
En primer lugar, el mundo del cine suele ser un mundo hermético e interesado, ya que lo que los espectadores perciben y consumen es el resultado final del producto y a pocos, esa es la verdad, les interesa el proceso de creación de una película. De hecho, cuando al elenco de actores, guionistas y directores se les pregunta por los rodajes, suelen endulzar la realidad pasando de puntillas sobre aspectos como enemistades, vicisitudes o guerra de egos y solo cuando algún personaje famoso publica sus memorias es cuando nos enteramos de cosas extraoficiales.
En segundo lugar, existen infinidad de leyendas urbanas que rodean a este arte, como ocurre casi siempre con mundos cerrados al público. Apariciones de fantasmas, vudús, premoniciones y otro tipo de avatares del destino se han encargado de dotar a estas películas de la categoría de malditas, y eso por no hablar de los actores muertos durante los rodajes.
Y por último, por una duda y grande: ¿que podemos entender por cine maldito? Y sobre todo, ¿que grado de desgracia, mito o terrores han suscitado las películas consideradas malditas?
Os pondré varios ejemplos. Cuando Todd Browning rodó en 1932 la mítica Freaks, no podía ni imaginar que, lo que supuso una obra donde se pretendió humanizar a un colectivo como los fenómenos de feria que tan bien conocía, acabaría arrinconada y casi silenciada debido a la repulsión del publico que negaba así la existencia de estas personas dentro de una sociedad como la norteamericana. Acabando con la carrera de este director.
Cuando el mismo Browning rodo Drácula, un actor búlgaro llamado Bela Lugosi alcanzo la inmortalidad al encarnar al enigmático conde transilvano. Lo que ya no es tan conocido es que ese personaje logro suplantar casi toda su propia personalidad persiguiéndole durante toda su carrera hasta llegar al extremo de hacerse enterrar con el disfraz del mítico vampiro.
Otros actores alcanzaron el apelativo de leyenda no tanto por sus papeles sino por el hecho de morir durante rodajes. Le paso a James Dean, hay quien dice que por una maldición, y con otros muchos actores.
Pero, no obstante, si entendemos por películas malditas aquellas que pueden llegar a causar alteraciones, no solo en los miembros de los rodajes sino en las mentes de sus espectadores, habría que ceñirse a tres títulos que tienen que ver con la figura más espeluznante y que más miedos ha creado al ser humano a lo largo de la Historia. La Semilla del Diablo, El Exorcista y La Profecía. No hay que olvidar otras muchas películas que tuvieron nefastas consecuencias, pero estas tres, están rodeadas por una fuerza maligna y oscura. Así pues, tras esta pequeña introducción, a la vez que confesión, os invito a adentrarse entre bambalinas y atrezos del séptimo arte y descubrir las entrañas mas ocultas de un oficio que, mas allá de las estrellas, las alfombras rojas y el glamour, también esconde enigmas y verdaderos expedientes X.
Cuando William Castle estaba a punto de estrenar su película The Tingler (1959), ya sabia que el público quiere verdaderamente asustarse cuando ve una película de terror. Lo había experimentado dos veces antes, la primera al estrenar Macabre donde convenció a la aseguradora Lloyd’s para que asegurasen a los espectadores en caso de muerte durante la proyección. Después para promocionar la película The House of Haunted Hill, Castle se sirvió de emerjo, un artilugio que consistía en un esqueleto brillante que volaba por encima del publico en un momento dado de la película. Ahora, con The Tingler, William Castle había ideado otra broma mordaz para promocionar la película.
La trama gira en torno a un animal imaginario parecido a un ciempiés que parasita al ser humano por la espina dorsal y que solo puede espantarse con un fuerte grito. En un momento concreto de la película, un tingler se separa del cuerpo de una mujer sordomuda y da la sensación de salir de la pantalla. Vincent Price, el protagonista masculino del film, insta a los espectadores a gritar para evitar que la criatura anide en sus cuerpos. Y en ese momento, el cine se queda a oscuras y en silencio. Es ahí donde entra en acción el truco llamado emerjo, lo cual no es mas que una serie de vibradores colocados en la parte inferior de butacas sueltas que, una vez activados, darían la sensación de que el tingler esta ubicado bajo los pies.
Imaginaos el resto. Imaginaos que delante de vuestra butaca, de repente y en medio del silencio y de la oscuridad absoluta, una persona salta de su asiento enloquecida y gritando que tiene a ese bicho bajo sus pies. El resultado fue asombroso. William Castle había elevado el género del cine de terror un peldaño más. Realmente hacia sentir horror al publico y este empezó a querer experimentar la sensación de que algo malo podía sucederles si veían las películas. En cierta manera les daba morbo.
Por eso no es de extrañar que, cuando el bueno de Castle compro los derechos del libro El Bebe de Rosemary y le encargo a un joven director polaco llamado Roman Polansky que la convirtiera en La Semilla del Diablo, el aluvión de criticas de ligas cristianas y la atracción que suscito en asociaciones satanistas, así como las leyendas que iban surgiendo y calando en el subconsciente de sus posibles espectadores, encantara sobremanera a William Castle.
Esta película cuenta la historia del matrimonio Woodhouse, el cual se muda a un edificio gótico (el luego tristemente famoso Edificio Dakota) . La pareja se hace amiga de otro matrimonio vecino, los Castavet. A partir de un sueño que tiene Rosemary Woodhouse en la que sufre una violación por parte del diablo, una serie de cosas extrañas comienzan a suceder. El marido de Rosemary, Guy, comienza a avanzar en su carrera de actor y ella, se queda embarazada a raíz del sueño.
Pronto, la joven comienza a sospechar tanto de los Castavet como de su marido y al final descubre que este ha hecho un pacto diabólico a cambio de permitir que Rosemary engendre al hijo de Satán.
La película descubre como, el instinto protector de una madre hace que, una vez enterada del hijo que ha engendrado, lo acepte y lo proteja.
Para que se hagan una idea de lo que llego a ser la película, la Oficina Nacional Católica para películas califico a La Semilla del Diablo con una C. Una C, de condenada.
Sin embargo, el film se convirtió en un éxito de taquilla, en parte porque el ser humano gusta de probar placeres prohibidos y de experimentar los subidones de adrenalina que causa hacer cosas que, simplemente, no se pueden hacer. Sin embargo, y condenas aparte, para los miembros de esta película, el termino maldita iba a cobrar un sentido aterrador.
Tal vez la parte mas conocida de esta historia fuese la brutal matanza que la familia Manson perpetro en casa de un ausente Roman Polansky y que se cobro, entre otras, la vida de su mujer Sharon Tate embarazada de ocho meses. Hay quien trazo similitudes entre la familia Woodhouse y los Polansky ya que tanto Rosemary como Sharon se ocupan de sus respectivos embarazos ante la pasividad y el narcisismo de sus esposos.
Mia Farrow fue una de las personas que peor lo paso durante el rodaje, aunque no por las circunstancias que rodearon al mismo sino porque su marido, Frank Sinatra, se divorcio de ella durante la grabación, presa de un ataque de celos hacia su joven esposa.
Otro de los que acabo mal precisamente William Castle. El otrora amante de las bromas y especialista en dotar a sus trabajos de un aura de misterio, comenzó a recibir amenazas tras el estreno de su película. Misivas como: La Semilla del Diablo es basura y tú vas a morir por ello o muere, muere, muere fueron minando su resistencia mental hasta el punto de que, debido a un ingreso hospitalario por problemas en su vejiga le hicieron pensar que realmente algo sobrenatural pasaba. De hecho, sus propias palabras la historia de la película esta sucediendo en la vida real. Las brujas están lanzando sus maldiciones hablan por si solas. El creador de películas malditas había acabado probando su propia medicina.
La Semilla del Diablo no es, ni mucho menos la primera película maldita del cine. Otras como El Mago de Oz (1939), Rebelde sin Causa (1955) y El Conquistador de Mongolia (1956) ya habían alcanzado ese dudoso galardón gracias a las muertes y accidentes sufridos por los integrantes de los equipos. Otras como Nosferatu (1922) o la anteriormente citada Freaks lo habían conseguido gracias a las feroces campanas que a punto estuvieron de destruir las cintas.
Sin embargo La Semilla del Diablo fue la primera película de terror, con permiso de Incubus, en poseer este apelativo, con lo cual se aunaban dos elementos que podían resultar demoledoramente positivos para las taquillas.
El 26 de Diciembre de 1973 tuvo lugar el estreno de El Exorcista. Atrás quedaban nueve tortuosos meses de rodaje y se habían consumido mas de 10 millones de dólares.
La película se basa en la novela de William Peter Blatty sobre una niña que sufre comportamientos extraños atribuidos, después de descartar causas mentales, a una posesión demoniaca. Blatty, a su vez, se baso en el caso real de un niño ocurrido en 1949.
El libro se convirtió en un éxito sin precedentes y su autor se dispuso a escribir el guion para la película que habría de dirigir William Friedklin, apodado Wacky Willy, (Willy el chiflado).
Pronto el rodaje se convirtió en una autentica pesadilla ya que durante el mismo comenzaron a producirse, quien sabe si por casualidad o por fuerzas inexplicables, repentinas muertes. Actores como Jack MacGowran que interpretaba el papel de Burke Dennings y Vasiliki Maliaros, la madre del padre Karras, murieron unos días después de estrenarse la película.
Los actores Max Von Sydow, el padre Merrin y la pequeña Linda Blair, Regan, sobrevivieron al rodaje aunque sufrieron las perdidas de seres queridos. En concreto, Von Sydow perdió a su hermano y Linda a su abuelo.
El bueno del padre Karras también sufrió un percance grave durante la grabación ya que su hijo estuvo a punto de fallecer al ser atropellado. Ellen Burstyn, la madre de Regan, tuvo un accidente grave en la espalda al rodar la escena en que su hija se golpea con el crucifijo, de hecho, la toma que se aprecia de ella en la escena es totalmente real ya que Friedklin grabo el accidente y decidió incluirla en el montaje.
Si a estas desgracias unimos incendios de decorados, amputaciones sufridas por miembros del personal técnico, insolaciones y pérdida de material, no es de extrañar que el director pidiera al padre Berminghan, asesor técnico del film para asuntos religiosos, que practicase un exorcismo real en el plato. El religioso, en vez de eso, bendijo el lugar. Acto seguido, la residencia de jesuitas donde vivía en Georgetown, se quemó.
La película sobre el diablo aun no se había estrenado y ya pesaba sobre ella el adjetivo de maldita y, sin embargo, lo peor aún estaba por llegar.
Aquel 26 de Diciembre de 1973, la película recibió una feroz critica que le obsequio perlas como pornografía religiosa. Aún así recaudo 165 millones de dólares y fue nominada a 10 Oscars, aunque solo logro el premio al mejor guión y al mejor sonido.
En las semanas posteriores al estreno se produjeron en Estados Unidos actos de barbarie, histeria colectiva y enormes tumultos que fueron alimentándose gracias a los supuestos hechos que se producían si uno acudía a ver la película. Desmayos, vómitos, ataques al corazón, cines con médicos de guardia, epilepsia e incluso abortos y suicidios no hacían mas que picar la curiosidad de aquellos que aun no habían acudido al cine. ¿Y si se aparece el demonio de verdad? parecían pensar al tiempo que sacaban sus entradas en taquilla.
Al otro lado del charco, la cosa no fue mucho mejor. En Alemania, un chico de 19 anos se pego un tiro después de verla y en Inglaterra un chico de 17 asesino a una niña de 9 alegando después que no fue el quien lo hizo ya que había algo dentro de mí. Es desde que vi la película El Exorcista.
La psicosis aumento tanto que se llego a temer por la vida de Linda Blair, la cual recibía cartas de trastornados llegando a afectar a la vida de la pequeña, Estaba en cualquier sitio (…) y la gente se preguntaba si era el diablo.
El enorme éxito de la cinta provoco dos secuelas y una precuela más, aunque no llegaran al éxito de la primera parte. El Exorcista se había convertido en un fenómeno de masas y había calado hondo en las creencias y convicciones de la sociedad de la época. Tal vez, como sugiere Blatty, la película no fuera maldita, Friedklin iba (…) retrasado y dio una entrevista a Newsweek culpando de todo a los demonios o como sugiere Ellen Brustyn, … sucedieron muchas cosas extrañas durante el rodaje (…). Hubo 9 muertes en la película. Era aterrador. Sea como fuere, lo cierto es que El Exorcista quedó en la historia como la película que lucho contra ángeles y demonios para poder ser estrenada y como dijo posteriormente su director: si vas buscando al diablo, hay muchas posibilidades de que acabes encontrándole.
Si La Semilla del Diablo se enfocaba desde el conflicto que supone a una madre el hecho de ser la portadora del hijo de Satán, otra película, La Profecía, abordaba el mismo tema pero desde el punto de vista paterno.
Efectivamente, en este film es el padre, un Gregory Peck metido en la piel de un diplomático norteamericano, quien acepta un bebe recién nacido a cambio del suyo propio, muerto durante el parto, a escondidas de su esposa y sin sospechar, hasta bien tarde, que el pequeño Damien es, ni mas ni menos, que el anticristo.
Realmente es difícil apreciar si La Profecía es una película maldita o se debe a ingeniosas tramas publicitarias visto el éxito de El Exorcista o La Semilla del Diablo. Para muestra, el preestreno de la cinta, que tuvo lugar el 6 de junio de 1976 fue anunciado a bombo y platillo con una frase demoledora: Hoy es el sexto día, del sexto mes, del año mil novecientos setenta y seis... Además en palabras del propio productor de la cinta, Harvey Bernhard: es como si alguien no quisiese que la película se hiciese.
Y es que, como sus predecesoras en esto del cine satánico, el rodaje de La Profecía, también estuvo plagado de incidencias que dieron pie a que se le considerara maldita.
Porque, que un rayo alcance a un avión en pleno vuelo puede llegar a sucederle a cualquiera en cualquier momento. Esto pudo pensar Gregory Peck cuando el avión que lo transportaba a Londres para rodar la película sufrió dicho percance. Lo que ya no parece tan normal es que el avión que llevaba a David Setzer, el guionista, también fuera alcanzado por otro rayo mientras hacia la misma ruta y a tan solo unas pocas semanas de diferencia. Y menos normal aun parece el hecho que, después de que Gregory Peck cancelase un vuelo a Israel, el avión que debía tomar se estrellase matando a todos los viajeros. Y ya el colmo, un avión que el equipo había alquilado sufrió al despegar un accidente causado por una bandada de pájaros matando a todas las personas que viajaban en el, así como a los ocupantes del coche contra el que choco. A mí me parece demasiada casualidad, ¿no os parece?
El rodaje transcurrió en su mayor parte en Londres y en la década de los 70, el I. R. A. estaba en uno de sus momentos mas belicosos. Tanto es así que Richard Donner y un productor ejecutivo a punto estuvieron de morir victimas de una bomba terrorista si hubiesen acudido al restaurante donde estallo, y donde tenían mesa reservada tan solo una hora antes.
Visto lo visto, parecía poco probable que se sucediesen mas desgracias pero la lista es bastante larga e incluye accidentes de coche, mas atentados del I. R. A. e incluso la muerte de un guarda de seguridad a manos de dos leones.
Pero lo más terrorífico e inquietante por real, aun estaba por llegar. Según se cuenta John Richardson, el encargado de los efectos especiales se encontraba en Holanda, cuando el 13 de Agosto de 1976, viernes, para mas inri, tuvo un accidente automovilístico en el que resulto mal herido y su asistente murió decapitado. Según varias versiones, cuando Richardson recobró la consciencia, lo primero que vio fue una señal informativa que advertía la distancia que quedaba hasta llegar a un pueblo cercano, la placa rezaba así: Ommen, 66’6 km. Los números parecen bastante claros y relacionados con La Profecía, pero si os digo que el titulo original de la película es The Omen, ¿que conclusiones sois capaces de sacar?
De todas formas, y como paso con las anteriores películas, parece difícil saber a ciencia cierta el grado de verdad, mentira o exageración publicitaria que puedan tener todas estas desgracias.
Lo que si es cierto es que las tres películas cuentan con una temática idéntica y las tres están salpicadas de sucesos poco normales y, aunque no fueron las primeras películas malditas, ni por supuesto serán las ultimas, el hecho de coquetear con el señor de los infiernos, parece que influyo, no se si realmente o lo hizo en las mentes de los espectadores de la época, a que estas tres joyas del cine de terror sean consideradas películas malditas.
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sábado, 21 de mayo de 2011
martes, 10 de mayo de 2011
La Despensa
Si mirásemos dentro de la nevera o de nuestra despensa casera, encontraríamos ajos, cebollas, puerros, calabazas, etc., pero quizás, si conocieramos la verdadera historia, mitológica y oculta, que esconden estas vituallas tan cotidianas en el día a día, miraríamos de otra manera, el gazpacho, las cremas o una simple fritada.
Posiblemente el ajo, además de ser uno de los productos más sanos, sea uno de los más utilizados dentro de nuestra gastronomía, pero, ¿qué esconde este pequeño bulbo, de fuerte aroma y sabor? Si esta pregunta se la hiciésemos a un constructor de la Gran Pirámide de Gizeh, nos constestaría, con un cierto olor a ajo en su aliento, que sin este fruto de la tierra le sería muy difícil seguir trabajando, puesto que ya se la atribuían propiedades fortificantes y revigorizantes en el Egipto faraónico. Restos de ajo se encontraron en la tumba de Tutankahmon, sin ir más lejos.
El ajo aparece en la mitología, religión y cultura de medio mundo. Una leyenda árabe, cuenta que el ajo creció a partir de la huella de uno de los pies del diablo, y la cebolla del otro pie, cuando fue expulsado del paraiso y existen muchas referencias de este en la misma Biblia. En la India, en el idioma sánscrito, se le da el nombre de bbûtagna o lo que es lo mismo matador de monstruos y no por casualidad, sino porque los ajos son capaces de protegernos de criaturas terribles. En la Edda Poética, una hermosa colección de poemas y canciones, que dieron origen al Ciclo Nibelungo, se describe al ajo como un símbolo protector, en forma de ritual, puesto que cuenta que si arrojamos un ajo a la bebida, lo dejamos reposar un tiempo y luego lo bebemos, estaremos protegidos contra maleficios, embrujos y males de ojo, durante todo el día.
Los soldados romanos masticaban ajo antes de las batallas. Por supuesto que ellos ya sabían, como también lo sabían los militares de la Primera Guerra Mundial, que el ajo es un antiséptico en toda regla. Y posiblemente este dato tampoco se le escapó a Plinio el Viejo, quién atribuye al ajo la capacidad de curas las mordeduras de serpiente. Pero los que realmente sabían acerca de las propiedades mágicas del ajo (en este caso como remedio ante la pobreza) fueron los boloñeses, quienes por el día de San Juan, salían en multitud a sus calles y plazuelas para hacerse con un diente de ajo y verse protegidos así de la pobreza, al menos durante un año. La fecha de caducidad de un ajo.
Y claro para cualquier guiso que se precie también nos hará falta algo de cebolla. Y es que este otro bulbo, pese que para muchos, incluídos el poeta Miguel Hernández, es símbolo de pobreza, tiene para otros muchos desde la antiguedad un simbolísmo mucho menos terrenal. Daldiano, un adivino del siglo II escribió sobre ella en su libro de interpretación de los sueños: comida en sueños por una persona sana, es de mal augurio; comida en gran cantidad por una persona enferma en sueños, es indicio de pronta recuperación.
Por todo el mundo es sabido que la cebolla hace llorar, pero no es la única reacción física que, supuestamente, produce este producto. Los antiuguos sacerdotes egipcios nunca comían cebolla porque se decía que era un excitante sexual.
¿Os apetece que a este singular guiso, le añadamos unas cuantas especias de nuestra alacena? Y es que, las especias son muy importantes en la gastronomía, pero no menos importante en la mitología de las plantas. Un ejemplo es el comino, volviendo nuevamente al sánscrito, lo llamariamos agâgî, que en su traducción al castellano quiere decir: sacado de cuernos de cabra, esta similitud entre vegetal y cabra, muchas veces muy dudosa, nos puede ayudar a comprender algunas similitudes atribuidas a vegetales y animales, sin tener a primera vista, nada en común. Los grandes naturistas de la historia, daban mucha importancia a los nombres populares de las plantas y con base a estos nombres más comunes, procuraban a cada planta toda clase de virtudes. Acudiendo a la raíz griega de la palabra comino, extraín la propieda de facilitar el embarazo a las mujeres. Antiguamente, sin embargo, el comino también era símbolo de la avaricia y la mezquindad. Pero durante la Edad Media esta percepción cambió y el comino pasó a ser símbolo de fidelidad.
Vamos a añadir a esta composición culinaria, otra especia con historia y misterios no menos sorprendentes, el laurel. Una especia llena de virtudes y no solamente culinarias, ya en el siglo XVII, el naturalista británico Parkinson: las hojas del laurel son más necesarias que ninguna otra del jardín o del huerto, proporcionan tanto placer como utilidad, tanto como adorno como para su consumo, tanto para usos civiles como para usos físicos, sin duda tanto para los enfermos como para los sanos, para los vivos y para los muertos..., así es que, desde la cuna a la tumba, podemos usarlas si tenemos necesidad de ellas. No es de extrañar que ya los emperadores romanos adornasen sus cabezas con coronas de laurel, como signo de gran honor. Aún en nuestros días, premiados en concursos literarios en competiciones deportivas se les califica como laureados, como si de antiguos poetas griegos o romanos se tratasen. Dentro del mundo militar, existe la Cruz Laureada de San Fernando. Insignia que se les concede a los militares, como la más alta recompensa al valor heroico, en acciones de guerra. En toda la Grecia antigua, y como consecuencia de esta leyenda, el laurel siempre estuvo asociado al dios Apolo. Delfos, la ciudad del templo de Apolo, era la ciudad de los oráculos y de sus sacerdotisas, las pitias, que eran las que ejercían de médiums, encargadas de entregar la respuesta de los dioses a aquellos que consultaban el famoso oráculo. Antes de entrar en un estado alterado de conciencia, sacudían el laurel cerca de ellas e incluso lo masticaban como los que mastican las hojas de coca. Según esta historia, el laurel les proporcionaba un sueño profundo y lleno de visiones. Hoy sabemos que, a estas capacidades visionarias, habría que sumar el hecho de que, donde se realizaban estos rituales sagrados era encima de una falla volcánica y que, posiblemente, los gases tóxicos que esta despedía ayudaran, de una forma considerable, a entrar en estos estados mediúmnicos.
Cuentan además las leyendas, que Zeus mató de un rayo a Asclepio, hijo de Apolo, por resucitar a los muertos, no en vano es por eso reconocido como dios de la medicina junto a Hermes. Apolo entonces, dolido por el fallecimiento de su hijo, dio muerte a flechazos a los cíclopes, forjadores del rayo al servicio del dios herrero Hefesto. Esto dio lugar a pensar que, el laurel no podía ser alcanzado por el rayo y se empezó a utilizar como protector contra las tormentas. Y así, los laureles colocados en las entradas de las casas protegían a sus habitantes funcionando como pararrayos. En una representación romana, encontrada en la sepultada Pompeya, apararecen dos ramas de laurel rodenado una olla bajo un templo custodiado por un grifo. Esta representación ceremonial, viene a que los sacerdotes rociaban a quienes intentaban entrar en el templo, con ramas de laurel. En algunas zonas de Italia, se quemaba laurel para conocer como serían las cosechas. Si éstas al arder, hacen ruido, la cosecha será buena, pero si no lo hacen, será mala. Esta creencia nos hace ver como la fe, en este tipo de rituales, perdura durante siglos, puesto que la misma superstición, la encontramos en trabajos firmados muchos siglos atrás por Albio Tibulo, poeta lírico latino del año 55 A. C.
¿Os parece si añadimos a nuestra peculiar comida, un poco de condimento más sustancioso? Añadamósle un par de patatas y es que, este tubérculo comestible, importado por Europa, procedente del Nuevo Mundo no falta en ninguna despensa española. Algunos, como los andaluces, la llamamos papa, pero estos no fueron los primeros en llamarles así, dado que este nombre también fue importado del idioma quechua de la zona occidental de Sudamérica como pápa. Esta curiosa similitud etimológica, sale del cruce entre batata (palabra originaria de la isla La Española) y papa. Obteniendo así el vocablo patata, nombre que, por la similitud de formas, le fue aplicado en un principio por los conquistadores tanto a la papa como a la batata. Se dice que en España y en la Nueva España, se prefirió usar el nombre patata para evitar ofender a los Papas. Dejando atrás esta curiosidad etimológica y teniendo en cuenta que su descubrimiento en Europa es históricamente reciente, detrás de la patata ya se esconden leyendas basadas en antiguos mitos. Un ejemplo es el de Alemania, donde su usaba la patata contra el demonio o el lobo de las patatas. Demonios como este son constantes en las leyendas germánicas.
Para refrescar esta comida que estamos preparando, será mejor que aliñemos una ensalada de lechuga y pepino. Y es que estos dos vegetales, nos van a dar mucho juego, aunque nos parezca extraño, la lechuga en la antiguedad era considerada un alimento nefasto. Tan nefasto, que se utilizaba en las comidas de los funerales y como en casi todas las ocasiones, esta costumbre esta explicada por un acontecimiento mitológico. Cuentan que cuando la diosa Afrodita vió por primera vez al joven Adonis, decidió esconderlo bajo unas grandes hojas de lechuga. Un jabalí olfateo las hojas de lechuga y sin pensarlo dos veces se las comió hiriendo de muerte al más apuesto de los muchachos. Con el mismo nombre y con referencia a la muerte, existe una planta llamada lechuga silvestre (Lactuca Virosa o lechuga que mata). Esta planta tóxica, a veces utilizada como sustituta del opio por sus virtudes hipnóticas, se utiliza en zonas del Cáucaso por los derviches, quienes consumían su látex puro o mezclado con hachís para tener visiones y entrar en trance.
¿Y el pepino?, como se puede imaginar, es de forma fálica, y tiene mucho que ver con la historia del pepino. Es este un símbolo de fertilidad. La mitología india nos habla de un rey divino, el cual prometió a su amada, nada más y nada menos que setenta mil hijos, y lo primero que parió fue un pepino.
Bueno y ya para terminar con esta mitológica comida, sería bueno tomar algo de fruta. Seguro que os gustan las cerezas. Detrás de este rico fruto se encuentran sin embargo, muchas de las más siniestras leyendas de todas las más diversas culturas, entre otras cosas, por estar directamente relacionadas con el mismísimo diablo. Y es que, para los antiguos lituanos, por ejemplo, quien protegía al cerezo, era un demonio llamado Kirmis. Una antigua leyenda alemana, posiblemente alentada por las campesinos para evitar robos, dice que el demonio se esconde detrás de los cerezos más viejos y a quien se acerca a ellos, este les coge presos y los lleva al infierno. Aunque también ha formado parte de las arraigadas costumbres paganas de Albania, donde las tres noches consagradas al nuevo sol, 23 de Diciembre, 1 y 6 de Enero, prenden en llamas las ramas de los cerezos y las cenizas restantes servían para fecundar las tierras de las viñas. Lo cierto es que la ceniza es muy saludable para la tierra y acaba con enfermedades como la filoxera, pero eso no es lo que buscaban al quemarlas, sino que su intención era acabar con los demonios que residen en los cerezos.
Seguro que muchos, después de las comidas, os fumaís un cigarro. Mientras os lo fumaís, os contaré unas cuantas cosas acerca de esta bonita planta importada de Nueva España. Empezaremos por su nombre y es que ese nombre, que le hemos puesto nosotros los españoles, no es el original. Originariamente los indios lo llamaban Picietl, pero como los españoles somos tan originales, decidimos ponerle el nombre de una isla en la cual crecía esta planta en abundancia, Tabaco. Sus virtudes, aunque ahora tenga muchísimos detractores, son muchas. Entre ellas las que más destacan son las de quitar el dolor de cabeza, los males de pecho, quita el dolor de estómago e incluso el mal de madre. Resulta curiosas las anécdotas históricas de esta planta; los indios, cuando los jefes de las tribus tenían que tomar alguna decisión importante, recurrían a los sacerdotes y estos quemaban hojas de tabaco y aspiraban el humo, luego caían al suelo como muertos y al volver en sí, les decían a los jefes indios cuales habían sido las respuestas de sus dioses o demonios. Lo gracioso de todo esto, es que mientras el brujo sacerdote caía sin conocimiento al suelo, los demás indios que se reunían a su alrededor, aprovechaban para embriagarse con el humo que sobraba. Escribiendo esta parte, uno se pregunta, si lo que quemaban era tabaco mezclado con algún aditivo digamos, gracioso. Aunque ya hablando en serio, se sabe por análisis arqueológicos que se conocía el tabaco cerca de 3000 años antes del descubrimiento de América y que su uso en las diversas culturas estaba más cercano a lo mágico o religioso que a lo lúdico o medicinal.
Buen provecho, espero que os siente bien la comida.
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