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Bajo la influencia de la Especia Melange, la Especia de las Especias...

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Hechizo

En el interior de un cuarto oscuro permanece el retrato de Dorian Gray. Mediante el pacto que el pintor ha hecho con las leyes secretas y herméticas de la hermosura se produce un hechizo. El propio Dorian Gray de carne y hueso, que le ha servido de modelo, permanecerá siempre joven a la luz del día y toda la ruina física que regala el paso del tiempo la asumirá el retrato y en él se reflejarán los vícios, las caídas y los deseos frustrados de la penosa vida. En el cuarto oscuro la figura representada se irá degradando y pervertiendo. Sus ojos se inundarán de fluorescente y amarilla linfa, la piel tomará un color terroso y polvoriento, la cabeza inexorablemente se cubrirá de la gris ceniza, aparecerán manchas ocres en el dorso de las manos, bajo las sedas ajadas y harapientas de la camisa, y de los antaño delicados pantalones de terciopelo, ahora ya raídos, se le caerán flácidas las carnes; mientras el joven Dorian Gray con el atractivo inalterable en el rostro, la mirada siempre brillante, la tensión pétrea en los músculos, seguirá seduciendo, bebiendo y bailando en fiestas interminables.


Este relato de Oscar Wilde es sólo literatura. En la vida corriente de cada uno, el hechizo de Dorian Gray se produce al revés. El cuarto oscuro es nuestro pasado y en él, permanencen intactos el niño, el joven, el adulto, el ser fuerte y tal vez indomable que fuimos tal vez algún día. Mientras a pleno sol nuestro cuerpo con el paso de los años se va destruyendo, esos seres maravillosos que nos habitaron sucesivamente, si uno no ha cometido el infortunio de haberlos asesinado, siguen vivos en el espacio oscuro de nuestra más preciosa memoria. Conservan aún, la primera inocencia, la turbulenta pubertad, los deseos juveniles de cambiar este mundo, la limpia ideología de comprometerse por los demás, el derecho a poder equivocarse, la firmeza del cuerpo y del alma, el mismo espíritu de libertad.


Si no existieran espejos nadie sería capaz de conocer su propio rostro, tan sólo envejeceríamos en el reflejo de la mirada de los otros. Ese sería un juicio inapelable. Pero esos seres del pasado tan extremadamente puros que algunos llevamos dentro son también un espejo velado y la verdadera destrucción espiritual se produce cuando uno no reconoce la imagen propia al reflejarse en ellos. Dorian Gray ya viejo, con todos esos seres asesinados, muertos a cuestas irá en su flamante coche último modelo a una fiesta. Con una copa en la mano, lleno de la más triste melancolía, verá bailar en el jardín a las muchachas cubiertas de flores y esa será su condena.

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