Un Blog Sobre Reflexiones Y Refracciones...

Bajo la influencia de la Especia Melange, la Especia de las Especias...

domingo, 1 de agosto de 2010

Yulunga

En el Neolítico tardío, en algún momento entre el 5000 y 7000 A. C., ocurre un hecho que cambiará de forma decisiva la historia de la humanidad, un cambio del que aún somos partícipes, en el fondo nada ha variado de forma tan decisíva para nuestro destino. El ser humano, abandona la naturaleza, deja de formar parte de ella, para de algún modo, dominarla y someterla. El hombre, o mejor dicho la mujer, mientras que este cazaba, comienza a seleccionar semillas, a guardar el alimento en vez de consumirlo al instante, de domesticar al salvaje perro y al bravo uro, a establecerse en un lugar en vez de continuar la tradicional vida nómada; comienza así la civilización tal como la conocemos. Los huesos fósiles encontrados en estas fechas reflejan unos indivíduos desnutridos, con más taras y enfermedades que en épocas anteriores. ¿Qué impulso al ser humano a dar tan trascendente paso, de la noche a la mañana?, ese es un maravilloso misterio, que como todos es presa de mil y una controversias.

Fruto de esta revolución iniciada por el bello sexo, surgen un sinfín de culturas profundamente matriarcales, la mujer como centro de religiosidad y poder, una mujer madre, como la misma Tierra que nos alimenta y cobija. El mundo entero se llena de diosas-leopardo, diosas-serpiente, diosas-gacela, representaciones de fecundidad femenina, que no nos abandonarán hasta la aparición de las culturas clásicas: egipcia, helena y romana, que iran sustituyendo estas diosas femeninas, por los nuevos dioses fálicos, masculinos, solares, hasta llegar al más castrante para la mujer y para todas esas divinas diosas, el Yahveh judío y cristiano. De esta forma el hombre se encumbraría de nuevo al poder, así en el cielo como en la tierra.

El espiritual grupo australiano Dead Can Dance, rinde homenaje en la extraordinaria película documental Baraka (palabra árabe que significa bendición divina) de Ron Fricke, a Yulunga, la diosa-serpiente de su natal Australia, la diosa madre de toda la cosmología nativa aborígen, en una nostálgica añoranza colmada de hermosura, de los tiempos de comunión con la mujer, con la madre, con la Tierra.



No hay comentarios:

Publicar un comentario